«Escucha tu propia voz, tu propia alma. Hay demasiadas personas que escuchan el ruido del mundo en lugar de a sí mismas» ~ Leon Brown
Alguien me preguntó cómo hacer para escuchar la voz del alma, y cómo distinguirla de la voz del mundo, del ego.
Lo primero es cultivar el silencio interior. Para oír, debemos estar en silencio. La voz del corazón siempre está hablándonos, pero susurra. Debemos aquietarnos para tomar consciencia de lo que nos está diciendo.
¿Y cómo aquietarnos? ¿Cómo trascender el ruido? Lo primero es enfrentarlo con consciencia. Escuchar ese ruido. Tomar plena consciencia de lo que nos dice el ego y el mundo. Ver las heridas emocionales y los miedos desde los cuales sale esa voz. Y sanar esas heridas.
Oír el ruido con consciencia es muy importante, pues es así que sabemos lo que debemos sanar. Y luego está la valentía de sanar eso.
Al sanar, los obstáculos que nos separan del amor se disuelven.
Para escuchar la voz del corazón, entonces, lo más importante trascender el ruido, y esto implica sanar. Es por esto que Un Curso de Milagros dice al comienzo:
Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está mucho más allá de que se puede enseñar. Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural. (Introducción, párr. 1)
Hace un tiempo he venido guiando meditaciones de manera virtual para un grupo de amigos con el que me reuno de manera virtual. Ha sido una experiencia muy gratificante. Guiar meditaciones me conecta de maera profunda con el corazón y es algo que hago con mucho gusto.
A raíz de ese proceso nació la idea de grabar meditaciones guiadas para compartirlas en mis redes sociales.
Aquí te comparto la primera meditación, llamada «Momento presente y consciencia profunda». Relájate, ponte cómoda y disponte a adentrarte en este momento:
Así mismo, te invito a que te suscribas a un podcast en el que estaré haciendo reflexiones sobre la espiritualidad y compartiendo ideas para elevar la consciencia. A este también puedes acceder por Spotify o iVoox.
Hace poco subí un video sobre cómo lidiar con pensamientos hipocondriacos. Uno de los consejos que doy allí es que es importante sentir las emociones. Cuando no las sentimos, se acumulan y forman un campo energético denso. Y esa energía tiende a convertirse en pensamientos oscuros, por ejemplo, en pensamientos de miedo ante la enfermedad. Cuando sentimos las emociones, esa energía densa se libera y los pensamientos también se aligeran.
Alguien me pidió en los comentarios del video que hablara un poco más sobre cómo sentir las emociones.
Sentir las emociones es algo que todos podemos elegir. O tal vez no todos, pero si estás leyendo esto, lo más probable es que tú sí puedas elegirlo.
Por supuesto, el problema no está en que no podamos elegirlo, sino en que a veces tenemos una gran resistencia a hacerlo. Cuando las emociones son muy densas, en normal que querramos huir de ellas. Es incómodo sentir una emoción densa, de eso no hay duda. Pero podemos elegirlo.
El único consejo que puedo dar al respecto es que vale la pena probarlo. No creo que el consejo haga que sea menos incómodo sentir las emociones densas. Va a ser incómodo. Puedo asegurar, no obstante, que en mi experiencia vale la pena. Cuando lo hacemos, sentimos como nuestra vibración se eleva y la percepción del mundo cambia. Cuando sentimos las emociones, sanamos y se nos hace más fácil perdonar a otros y a nosotros mismos. Cuando sentimos las emociones, se abre nuestro corazón.
Por tanto, el mejor consejo que puedo dar es que tengas la valentía de atravesar la puerta y quedarte con tus emociones. Quédate en medio de la incomodidad de la ira. Quédate en medio del dolor de la tristeza. Ve profundo allí. Sabes cómo hacerlo.
La invitación es a que te atrevas. Una vez lo hagas, el bienestar que experimentarás te llevará a que naturalmente cada vez lo hagas más. Es como ir al gimnasio en las mañanas. Al comienzo da pereza y hay mucha resistencia. Pero, a medida que comienzas a hacerlo, la resistencia va cediendo. Y llega un punto en el que lo haces con ganas e incluso te hace falta. Pero hay que comenzar. Hay que tener la fuerza para ir el primer día. Ese día en el que las piernas no se quieren mover y el frío te pide que te quedes un rato más en la cama. Hay que pasar por ahí.
En las recomendaciones de seguridad de los aviones, siempre nos dice que, en caso de emergencia, debemos tomar oxígeno primero nosotros de las mascarillas antes de auxiliar a los demás. Y esto sin exepciones. Si vas con un niño pequeño al lado y de verdad estás interesado en su bienestar, primero tomarás oxígeno antes de ayudarlo.
La lógica de esto es que, si tratas de ayudar a un niño pequeño antes de ayudarte a ti mismo, probablemente te quedarás sin oxígeno y desfallecerás, y entonces el niño tendrá que defenderse solo, y probablemente no podrá, y menos aún podrá ayudarte a ti cuando lo requieras.
En épocas de emergencia, a veces ponemos por delante las necesidades de los demás y nos olvidamos de estar bien nosotros. Y esto, en realidad, nos lleva a no poder ayudar a los demás. Pues sólo podemos ayudarlos si estamos bien, si tenemos para dar, si tenemos ganas. Si estamos deprimidos o enfermos, va a ser muy difícil contribuir a mejorar la situación del mundo. Y esto es especialmente cierto en tiempos difíciles y retadores como estos.
A veces, por tratar de ayudar a los otros antes de ayudarnos a nosotros mismos, terminamos incapacitándonos para ayudarlos.
Si ahora te centras en estar feliz, en estar bien, en sanar, en cuidarte, no es eso egoísmo ni desinterés por los demás. El mundo te necesita feliz, sano y lleno de energía. Cuando estés bien, naturalmente ayudarás a los demás. No tendrás que esforzarte para decidir ayudar. Las ganas de ayudar brotarán de tu corazón de forma tan natural como el agua que reboza de una copa en la que se sigue vertiendo líquido cuando ya está llena.
Me llegó un mensaje hermoso del maestro budista Jack Kornifield sobre la actitud más elevada que podemos asurmir frente al coronavirus. Aquí está mi traducción de ese mensaje:
Queridos amigos:
Podemos elegir.
Las epidemias, al igual que los tornados y los terremotos, son parte del ciclo de la vida en el planeta Tierra.
¿Cómo responderemos? ¿Con codicia, odio, miedo e ignorancia? Esto sólo traerá sufrimiento. O con generosidad, claridad, firmeza y amor?
Es momento para el amor.
Es momento para Bodhisattvas. En las enseñanzas budistas, el Bodhisattva es alguien que se compromete a aliviar el sufrimiento y brinda bendiciones en todas las circunstancias. Un Bodhisattva elige vivir con dignidad y valentía e irradia compasión por todos, sin importar en dónde se encuentren.
Esta no es una metáfora. En tanto que Bodhisattvas, se nos pide ahora que miremos la tragedia del mundo y respondamos con amor.
El camino del Bodhisattva está en frente de nosotros. Lo hermoso es que podemos ver a Bodhisattvas por todas partes. Los vemos cantando desde sus balcones para aquellos encerrados adentro. Los vemos en esos vecinos que cuidan de los mayores que viven cerca, en nuestros valientes trabajadores de la salud y en aquellos que pasan desapercibidos y abastecen los estantes de nuestras tiendas y supermercados.
En tanto que padre, si ella me llamara, yo viajaría hasta los confines de la Tierra para ayudar y proteger a mi hija. Ahora, ella y su esposo, paramédico y bombero, junto con mi pequeño nieto aguardan al virus. En su estación de bomberos urbana, al igual que en muchos hospitales y centros de respuesta inmediata, no hay máscaras. Ochenta por ciento de su trabajo son llamadas de emergencia y todos esperan contraer el virus. No les harán tests, pues el departamento de bomberos no puede darse el lujo de perder a demasiados de sus bomberos.
¿Qué puedo hacer? ¿Qué podemos hacer?
En este momento, podemos sentarnos en silencio, tomar una respiración profunda y reconocer nuestro miedo y nuestra desconfianza, nuestra incertidumbre y nuestra impotencia… y abrazar todos estos sentimientos con un corazón compasivo. Podemos decirles a nuestros miedos y nuestra incertidumbre: «Gracias por tratar de protegerme» y «Por ahora estoy bien». Podemos poner nuestros miedos en el regazo de Buda, de la Virgen María, de Quan Yin, podemos depositarlos en los corazones de las generaciones de valientes médicos y científicos que han ayudado al mundo en epidemias anteriores.
Cuando hacemos eso, podemos sentirnos parte de algo más grande, de generaciones de sobrevivientes en la vasta red de la historia y la vida, «siendo cargados», como dicen los ancianos del pueblo Ojibwa, «por grandes vientos a través del cielo».
Este es un tiempo de misterio e incertidumbre. Respira. Los velos de la separación se están yendo y la realidad de la interconexión es evidente para todos en la Tierra. Necesitábamos esta pausa, y quizás incluso nuestro ailsamiento, para ver qué tanto necesitamos cada uno del otro.
Ahora es momento para aportar nuestra parte.
Los Bodhisattva deliberadamente miran hacia el sufrimiento para servir y ayudar a aquellos a su alrededor en cualquier manera que puedan.
Esta es la prueba por la que hemos estado esperando.
Sabemos cómo hacerlo.
Es hora de renovar tu juramento.
Siéntate en silencio de nuevo y pregúntale a tu corazón: ¿cuál es mi mejor intención, mi más noble aspiración para este momento difícil?
Tu corazón responderá.
Deja que esto se convierta en tu guía. Cuandoquiera que te sientas perdido, recuerda y esto te recordará lo que importa.
Es tiempo de ser la medicina, la música inspiradora, la lámpara en la oscuridad.
Arde con amor. Sé un portador de la esperanza.
Si hay un funeral, despídelos con una canción.
Confía en tu dignidad y bondad.
Donde otros acumulan… ayuda.
Donde otros engañan… defiende la verdad.
Donde otros están abrumados o son indolentes… sé bondadoso y respetuoso.
Cuando te preocupas por tus padres, tus hijos, tus seres queridos, permite que tu corazón se abra y participe en la preocupación de todos por sus padres, sus hijos y sus seres amados. Este es el gran corazón de la compasión. El Bodhisattva dirige la compasión hacia todos: aquellos que están sufriendo y son vulnerables y aquellos que causan el sufrimiento. Estamos en esto juntos.
Es momento para reimaginar un mundo nuevo, para visualizarnos compartiendo nuestra humanidad común, para visualizar cómo podemos vivir de la manera más hermosa posible. Al atravezar esta situación, podremos hacer aquello que cultivemos y en lo que pongamos nuestro empeño.
Al final, recuerda que quien eres es la consciencia atemporal, la consciencia que nació en tu cuerpo. Tú naciste como un hijo del espíritu, e incluso ahora puedes volver a esa consciencia y convertirte en la consciencia amorosa que te atestigua leyendo y sintiendo y reflexionando.
Cuando un bebé nace, nuestra primera respuesta es el amor.
Cuando un ser querido muere, la mano que sostenemos es un gesto de amor.
El amor y la consciencia atemporales son lo que eres.
Confía en eso.
Querido Bodhisattva,
El mundo espera tu corazón compasivo.
Abordemos esta gran tarea juntos.
Con cariño,
Jack Kornfield.
Jack Kornfield se entrenó como monje budista en monasterios de Tailandia, la India y Burma. Ha enseñado meditación a nivel internacional desde 1974 y ha sido uno de los maestros más importantes que ha introducido la práctica budista de atención plena en Occidente. Entre sus libros, que han sido traducidos a una veintena de idiomas, se encuentran El corazón de la sabiduría, Cuentos del espíritu: historias del corazón, Buscando el corazón de la sabiduría y Trayendo el dharma a casa: despierta justo donde estás.
Hace mucho tiempo quería comenzar un podcast y me pareció que la cuarentena por la que estamos pasando es un momento propicio.
En este podcast compartiré reflexiones sobre la meditación y su papel en el mundo actual, y también haré audios con meditaciones guiadas.
En este primer episodio hablo sobre qué son para mí la meditación y la práctica espiritual y cómo nos pueden ayudar en este momento en el que hay tanto miedo e incertidumbre.
En esta época es probable que muchos nos sintamos hipocondriacos. Que temamos constantemente estar enfermos.
Este es mi caso. En momentos de estrés, soy hipocondriaco. En el contexto de salud mundial actual y el estrés generado por esto, he sentido con fuerza en estos días esos pensamientos de miedo. En este video les comparto qué podemos hacer para aliviar el malestar de creer que estamos enfermos.
(Y una gran bendición a todos aquellos que sí están enfermos en este momento. Toda mi luz y los mejores deseos. Que puedan atravesar este momento difícil y recibir la paz y el crecimiento espiritual que los espera cuando lo atraviesen).
Este es el video en el que hablo sobre cómo lidiar con pensamientos hipocondriacos:
En momentos de cuarentena ayuda mucho tener una afición sana. Una actividad que nos divierta, nos relaje y nos dé vitalidad.
Al pasar tanto tiempo en un mismo sitio, es normal que la energía se acumule. Una afición sana nos da la oportunidad de canalizar esa energía de forma constructiva.
Una afición sana se caracteriza porque después de realizar la acción nos sentimos bien. Y esa sensación de bienestar perdura y se incrementa entre más profundizamos en nuestra afición. En esto se diferencia de una adicción. Pues la adicción se caracteriza por que nos lleva a sufrir.
Así pues, te invito a que en este tiempo busques una afición sana, algo que te llene de luz y de dicha. Si no la tienes, es un buen momento para empezar. Cualquier cosa que quieras aprender está a un click de distancia.
En mi caso, una de mis aficiones preferidas en estos días es tocar piano. No soy muy bueno ello, pero lo disfruto inmensamente, y hay un gran poder en hacer lo que amamos, así no seamos «buenos» en ello.
Aquí te comparto un video en el que interpreto una de mis piezas preferidas de Johann Sebastian Bach, cuya música siempre ha sido una puerta de entrada a la espiritualidad para mí. Cuando toco u oigo sus composiciones, me me relajo y conecto con algo elevado. Busca también una música o una forma de arte que te conecte y te inspire.
Ahora es cuando el mundo más necesita de nuestra luz. Y ahora tenemos una oportunidad en la que la vida nos empuja a encontrar esa luz en nuestro interior y encenderla con más fuerza que antes.
Te invito, pues, a mirar cómo puedes usar esa situación para sanar. Te invito a que mires con atención qué heridas salen a la superficie para que las sanes. Te invito a que mires qué talentos estaban dormidos que ahora tienes oportunidad de despertar y compartir.
Y te invito, sobre todo, a que des lo mejor de ti y compartas lo que tienes con el mundo. Tienes más para dar de lo que crees. Y hay más gente que necesita de tu luz y tus dones ahora. ¡Ánimo! Que sea este un tiempo para dar, para crecer y para apoyar a los demás. Tal vez no puedas darles un abrazo o un beso, pero sefuro que, si miras con atención, encontrarás la forma ayudarnos y de esparcir tu luz.
Hoy que escribo esto estuve en una jornada de meditación (remota, por supuesto) con alumnos y maestros discípulos de la maestra Isha Judd. Fue una experiencia importante y poderosa para mí. Y quiero compartir un poco de ella. Por eso los invito a ver este video que ella grabó sobre tomar responsabilidad en esta época en la que ha llegado el coronavirus.
El sis tema de meditación de Isha Judd ha sido una de mis principales prácticas espirituales en los últimos 12 años. Y me ayudó, la jornada de hoy, a conectarme con mis emociones. Con el miedo y la tristeza que me causa esta situación.
Y veo que una forma de ayudar a sanar el mundo es hacernos responsables por lo que sentimos. Es una herida que está en mí la que esta situación me muestra. Por tanto, es mi responsabilidad sanarla.
Culpar al afuera me convierte en víctima, me quita poder y me vuelve irresponsable. Por eso resonó tanto conmigo este video: porque no es momento de culpar. Es momento se asumir responsabilidad y de elegir en qué nos enfocamos y qué queremos dar en este momento. Podemos hudirnos en el miedo o anclarnos en el amor y dar y compartir nuestra luz.
Es momento para dar lo mejor de nosotros. Es momento para brillar con más intensidad que nunca. Es momento para trabajar en unidad y a través de ese trabajo reconocer la unidad más profunda, en la que todos en nuestra escencia somos Uno.
Muchas bendiciones y buena salud para todos. Quedémonos en casa si podemos. Seamos responsables y aprovechemos esta situación para sanar y para dar lo mejor de nosotros.