Cómo oír al corazón

Hace poco puse en mis redes sociales esta frase:

«Escucha tu propia voz, tu propia alma. Hay demasiadas personas que escuchan el ruido del mundo en lugar de a sí mismas» ~ Leon Brown

Alguien me preguntó cómo hacer para escuchar la voz del alma, y cómo distinguirla de la voz del mundo, del ego.

Lo primero es cultivar el silencio interior. Para oír, debemos estar en silencio. La voz del corazón siempre está hablándonos, pero susurra. Debemos aquietarnos para tomar consciencia de lo que nos está diciendo.

¿Y cómo aquietarnos? ¿Cómo trascender el ruido? Lo primero es enfrentarlo con consciencia. Escuchar ese ruido. Tomar plena consciencia de lo que nos dice el ego y el mundo. Ver las heridas emocionales y los miedos desde los cuales sale esa voz. Y sanar esas heridas.

Oír el ruido con consciencia es muy importante, pues es así que sabemos lo que debemos sanar. Y luego está la valentía de sanar eso.

Al sanar, los obstáculos que nos separan del amor se disuelven.

Para escuchar la voz del corazón, entonces, lo más importante trascender el ruido, y esto implica sanar. Es por esto que Un Curso de Milagros dice al comienzo:

Este curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está mucho más allá de que se puede enseñar.  Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural. (Introducción, párr. 1)

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Las respuestas del silencio

«Yo diría que la razón por la que la mayoría de los científicos no son creativos no es porque no saben pensar, ¡sino porque no saben dejar de pensar!» ~ Eckhart Tolle

La creatividad pura, aquella que proviene de la fuente más elevada, surge cuando nos aquietamos internamente. Es en medio del silencio interior que el Universo puede hablarnos. O, más bien, es cuando estamos en silencio interior que podemos oír al Universo, que siempre nos está hablando, pero muchas veces no podemos oírlo a causa del ruido producido por nuestros pensamientos.

Es por esto que Eckhart Tolle señala que muchas de las grandes obras de arte y las soluciones más creativas que han logrado los humanos han surgido de un estado de quietud interior.

La mente es muy útil, pero por sí misma no es muy creativa. En nuestro estado normal de consciencia, la mente sólo puede crear a partir de la información que ha recibido antes. Se basa en el pasado para combinar de nuevas maneras lo que ya sabe y producir así nuevas creaciones. Pero hay una inteligencia mucho más basta y profunda, que no tiene la limitación de nuestra perspectiva ni de nuestro pasado; es la inteligencia de la Vida misma que se mueve a través de nosotros. De esta Inteligencia surgen soluciones y obras profundamente creativas.

La invitación, pues, es a conectarnos con esa inteligencia profunda. Pero esto requiere tener la capacidad de soltar el problema, es decir, la capacidad de dejar de pensar en él. Es cuando dejamos de lado nuestra necesidad de solucionarlo y dejamos descansar a nuestras mentes que podemos conectarnos con esa sabiduría más profunda.

Por eso es que a veces la forma más eficiente de solucionar un problema es dejar de tratar de solucionarlo. Cuando dejamos de pensar en como solucionarlo, nos damos espacio para oír la respuesta.

Y esto no solo aplica para grandes problemas científicos o para temas complejos de trabajo o arte. Aplica también para cada pequeña decisión que tomamos en nuestras vidas. A veces la vida nos guía a través de señas sutiles y nos muestra el mejor camino, pero no la podemos oír a causa del ruido producido por nuestras mentes.

Así pues, muchas veces no se trata de esforzarnos frenéticamente por encontrar la respuesta, sino de aquietarnos para poder oírla, pues ya está disponible para nosotros y es sólo el ruido de nuestros pensamientos el que nos impide acceder a ella.

Es sólo cuando acallamnos nuestras mentes que podemos oír las respuestas que nos esperan en el silencio.

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