La vida está llena de posiiblidades maravillosas. Hay muchas personas hermosas con las que podríamos compartir y muchas fiestas divertidas a las que podríamos ir. Hay muchos lenguajes que podríamos aprender. Hay muchos problemas que podríamos tratar de solucionar. Hay muchos libros que podríamos leer. Hay muchos talleres de crecimiento personal a los que podríamos asistir. Hay mucha música nueva que podríamos escuchar.
Es obvio, sin embargo, que no podemos hacerlo todo. Le tenemos que decir que no a algunas cosas.
Para el ego decir que no es muy difícil a veces, pues por momentos quiere tenerlo todo. El ego tiene miedo de perderse de algo valioso. «Si digo que no, tal vez me pierda de algo bueno».
La verdad es que al tratar de tenerlo todo nos quedamos sin nada. Si tratas de tener mil amigos del alma y le dedicas igual cantidad de tiempo a cada uno, terminarás sin ningún amigo. Si tratas de aprender diez idiomas al mismo tiempo, no aprenderás ninguno.
Si tratamos de hacerlo todo, terminaremos no haciendo nada y nos desgastaremos completamente. Por eso es tan importante saber decir que no. Y para poder decir que no debemos aprender a sentirnos cómodos con la posibilidad de perdernos de algo bueno.
Hay muchas cosas bellas y buenas a las que tendremos que decirles que no si queremos serles fieles a nuestras prioridades y que nuestros proyectos florezcan. Hay mucha gente hermosa con la que no compartiremos tiempo. Hay excelentes libros que no leeremos. Hay maestros iluminados cuyas enseñanzas no conoceremos. Hay proyectos beneficos y maravillosos en los que no trabajaremos. Y eso está bien.
Elijamos con el corazón y luego aceptemos plenamente que nuestras elecciones implican que hay una gran cantidad de cosas buenas a las que les diremos que no.
Esto es inevitable. Comenzar a caminar por una senda implica necesariamente que hay otros caminos que no vamos a tomar, así muchos de ellos sean muy bellos.
«Yo diría que la razón por la que la mayoría de los científicos no son creativos no es porque no saben pensar, ¡sino porque no saben dejar de pensar!» ~ Eckhart Tolle
La creatividad pura, aquella que proviene de la fuente más elevada, surge cuando nos aquietamos internamente. Es en medio del silencio interior que el Universo puede hablarnos. O, más bien, es cuando estamos en silencio interior que podemos oír al Universo, que siempre nos está hablando, pero muchas veces no podemos oírlo a causa del ruido producido por nuestros pensamientos.
Es por esto que Eckhart Tolle señala que muchas de las grandes obras de arte y las soluciones más creativas que han logrado los humanos han surgido de un estado de quietud interior.
La mente es muy útil, pero por sí misma no es muy creativa. En nuestro estado normal de consciencia, la mente sólo puede crear a partir de la información que ha recibido antes. Se basa en el pasado para combinar de nuevas maneras lo que ya sabe y producir así nuevas creaciones. Pero hay una inteligencia mucho más basta y profunda, que no tiene la limitación de nuestra perspectiva ni de nuestro pasado; es la inteligencia de la Vida misma que se mueve a través de nosotros. De esta Inteligencia surgen soluciones y obras profundamente creativas.
La invitación, pues, es a conectarnos con esa inteligencia profunda. Pero esto requiere tener la capacidad de soltar el problema, es decir, la capacidad de dejar de pensar en él. Es cuando dejamos de lado nuestra necesidad de solucionarlo y dejamos descansar a nuestras mentes que podemos conectarnos con esa sabiduría más profunda.
Por eso es que a veces la forma más eficiente de solucionar un problema es dejar de tratar de solucionarlo. Cuando dejamos de pensar en como solucionarlo, nos damos espacio para oír la respuesta.
Y esto no solo aplica para grandes problemas científicos o para temas complejos de trabajo o arte. Aplica también para cada pequeña decisión que tomamos en nuestras vidas. A veces la vida nos guía a través de señas sutiles y nos muestra el mejor camino, pero no la podemos oír a causa del ruido producido por nuestras mentes.
Así pues, muchas veces no se trata de esforzarnos frenéticamente por encontrar la respuesta, sino de aquietarnos para poder oírla, pues ya está disponible para nosotros y es sólo el ruido de nuestros pensamientos el que nos impide acceder a ella.
Es sólo cuando acallamnos nuestras mentes que podemos oír las respuestas que nos esperan en el silencio.
Hace poco vi una hermosa charla de Eckhart Tolle en la que él cuenta que antes de comenzar a hablar siempre deja un momento de silencio. La razón de esto, dijo, no es simplemente promover la práctica del silencio interior. Además de eso, «la razón es que no sé qué es lo que voy a decir», aclaró, tras lo cual quienes lo escuchaban se rieron.
Eckhart Tolle no prepara lo que va a decir, y es en parte por eso que sus charlas son tan poderosas. Al no preparar lo que va a decir, permite que su sabiduría esté completamente conectada con el momento presente. Al estar vacío de pasado, Eckhart le permite a una inteligencia más grande que él hablar a través suyo.
Muchas de las grandes obras producidas por seres humanos han surgido de ese estado de silencio interior en el que soltamos el control y permitimos que algo más grande que nosotros se exprese a través nuestro.
La clave es estar vacíos. Si ya tenemos un plan, si ya sabemos qué viene en cada momento, si tomamos el control, impedimos que sea la vasta inteligencia del universo quien nos guíe.
Para ser capaces de crear y actuar desde ese lugar de vacío interior, uno de los requisitos es «estar cómodo con no saber». Si necesitamos saber qué va a pasar, no podemos soltar el control; el miedo a la incertidumbre nos lo impediría. Por tanto, para crear desde el vacío, debemos tener una confianza absoluta en la vida. En el caso de Eckhart, se trata de la confianza para hablar en frente de miles de personas sin saber qué va a decir, qué va a pasar. En mi caso, puede ser comenzar un proyecto sin tener claro cómo va a ser cada paso, sin tener control de qué debo hacer en cada momento o cómo voy a solucionar cada posible problema.
Esta actitud con la que Eckhart Tolle aborda sus charlas me parece muy inspiradora, aunque debo confesar que me cuesta ponerla en práctica. Lo he hecho, pero no de manera consistente. Sin embargo, puedo decirte que, cuando lo he hecho, los resultados han sido increíbles. Han salido de mi boca palabras geniales y de mi mente soluciones muy creativas a las que no hubiera llegado de otro modo.
Algunas veces, al poner en práctica este arte del silencio interior y de no saber, el ego se pone muy inquieto, pues el ego le tiene mucho miedo a lo desconocido. Y gran parte del camino ha sido relajarme y confiar. Confiar en que, en el momento necesario, vendrán las palabras y las soluciones. Se parece un poco como a esas ocasiones en las que encontramos algo cuando dejamos de buscarlo. Nos relajamos y entonces ocurren las sincronías y permitimos que una inteligencia mayor que nosotros tome el control.
Te invito a probar con cosas pequeñas. Cuando te veas planeando de manera obsesiva, suelta un poco el control. Cuando tengas miedo de no saber qué hacer, suelta un poco, relájate un poco, confía en la vida un poco. Sólo confiando aprenderás a confiar, pues sólo confiando podrás ver el resultado del universo actuando a través tuyo, y cuando veas el resultado, podrás relajarte cada vez más.
¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestro propósito en la Tierra?
Cuando pensamos en eso, muchas veces pensamos en una actividad específica. «Mi propósito es eliminar el hambre en el mundo». «Mi propósito es elevar la consciencia de la humanidad». «Mi propósito es ser el mejor violinista del mundo».
Y la verdad es que todos esos propósitos puntuales pueden ser una maravilla. Nos ayudan a ponernos en marcha. Nos dan una dirección. A veces incluso le dan sentido a nuestras vidas.
Sin embargo, hay un propósito más profundo, creo, en nuestra existencia aquí en la Tierra. Y ese es el propósito que compartimos con la totalidad. Es el propósito que tenemos en tanto que somos Uno con el Universo.
Para averiguar este propósito, por tanto, hay que preguntar: ¿qué es lo que busca el universo a través de nosotros?
La respuesta, creo, es la siguiente: el Universo busca experimentarse a sí mismo a través de nosotros. El Universo busca volverse consciente de sí mismo a través de nosotros. El Universo busca despertar a través de nosotros. Si ese no fuera el propósito del Universo, no estaría sucediendo.
En consecuencia, nuestro propósito más profundo es experimentar la vida, ser conscientes de nosotros mismos y despertar nuestra consciencia.
Cada vez que eres plenamente consciente de ti misma estás cumpliendo tu propósito más elevado, tu deseo más elevado, que es despertar.
El famoso científico Carl Sagan decía que somos polvo de estrellas. Y es cierto. Cada uno de los átomos que forma parte de nuestro cuerpo fue parte alguna vez de una estrella. Y somos ese material estelar que comienza a tomar consciencia. En nosotros las estrellas despiertan.
Persigue tus sueños. Lucha por ser mejor. Haz lo que puedas por cambiar el mundo. Pero no olvides que, pase lo que pase, e independientemente de si logras o no esos objetivos, ya estás cumpliendo en cada momento tu mayor propósito: permitirle al Universo, del que no estás separada, despertar en ti y a través de ti.
«Cuando eres buen observador, todo el mundo es tu maestro».
Hace poco puse en mis redes esa frase. Alguien me preguntó entonces: ¿y cómo ser un buen observador? Aquí mi respuesta.
A veces creemos que solo podemos aprender de ciertas personas, de los que tienen títulos, de los que han logrado cosas valiosas a los ojos de la sociedad, de gente de cierta edad o incluso de cierta raza. Entonces, por esas ideas preconcebidas, no vemos a quien está adelante de nosotros con ojos frescos. Y esa frescura es la que nos puede permitir aprender. Pues la verdad es que la persona más humilde o aparentemente más ignorante desde el punto de vista de la sociedad puede decirnos justo lo que necesitamos en ese momento.
Así pues, para mí la clave para ser un buen observador es la inocencia.
La inocencia implica relacionarnos con los demás con ojos de niños. Y para ver con ojos de niños debemos dejar ir el pasado. Pues lo que nos impide aprender de alguien son las ideas preconcebidas que tenemos de esa persona. Son esas ideas las que nos hacen considerar que no tiene algo para ofrecernos. Y esas ideas vienen del pasado.
De pronto alguien de cierto país o de cierta raza nos estafó o estafó a nuestros padres en el pasado. Por tanto, cuando ahora vemos a una persona de ese país o esa raza, desconfiamos. Así, el pasado se interpone entre nosotros y esa persona como un velo denso que nos impide verla como realmente es ahora.
O fue quizás en el colegio o en la universidad donde aprendimos que ciertas personas son más valiosas y sabias que otras. Y esas ideas nos llevan a filtrar las palabras de los demás antes de recibirlas. Y, debido a ese filtro, les impedimos llegar directamente a nuestro corazón.
Si quieres aprender de todos, deja, pues, el pasado, y permítete ver a todo el mundo exactamente como es ahora. Deja que sea la inocencia del niño que hay en ti la que mire y reciba lo que los demás te dicen. Deja que sea tu corazón el que reciba las palabras.
Osho ha sido uno de los maestro espirituales que más ha influido en mi proceso de crecimiento personal. Por eso hice este video sobre él.
Cuando empecé a meditar, llegaron a mis manos dos maravillosos libros de Osho que, en ese momento, significaron un salto para mí: El arte del téy El libro de la nada. Después de leer esos dos libros, me volví un asiduo lector de Osho y devoraba todos los textos y videos que encontraba de él.
Con el tiempo, sentí que sus libros ya no me aportaban más. Seguían siendo bellos, pero sentía que ya había recibido de él lo que necesitaba. Hace un tiempo largo que no leo un libro entero de Osho. Sin embargo, siempre será para mí un maestro querido.
El año pasado, mi visión de Osho cambió radicalmente al ver el documental Wild Wild Country, producido por Netflix. Allí se muestran los terribles escándalos que rodearon a Osho durante su estancia en Estados Unidos.
Mi forma de ver a los maestros a los que sigo y de relacionarme con sus enseñanzas cambió después de ver ese documental. Por eso, te quiero invitar a ver este video en el que doy mi opinión sobre el tema y resumo este fantástico documental (que tiene seis episodios de una hora cada uno).
Creo que es un documental que todos deberían ver y sobre lo que se debería hablar en cualquier grupo que siga a un maestro espiritual.
Mi película favorita de la serie de La Guerra de las Galaxias es el episodio III: La Venganza de los Sith (alerta de spoilers).
El protagonista, Anakin, está atormentado porque en sueños ve morir a Padme, su amada. El miedo a perderla hace que ceda ante el lado oscuro con el fin de obtener el poder necesario para salvarla. Para obtener esos poderes, utiliza su ira y su odio como fuente de energía. Al final, esa ira y ese odio que ha cultivado lo llevan a matar a Padme, quien muere tal como él lo había previsto en sus pesadillas. Esta línea argumental me recuerda, además, de la frase del maestro Oogway en Kung Fu Panda (otra de mis películas favoritas): «A veces encuentras tu destino en el camino que tomas para evitarlo».
En resumen, es el miedo a perder a Padme el que lleva a Anakin a perder a Padme.
Me parece que hay en esta película una gran enseñanza, pues, si miramos con atención, veremos que lo que le pasó a Anakin nos pasa muchas veces sin darnos cuenta.
Tenemos miedo a que algo malo pase. Como consecuencia, emprendemos acciones motivadas por ese miedo. Pero esas acciones surgen de una baja frecuencia; por tanto, nos llevan a arruinar las cosas. Así, en nuestro intento por evitar lo que tememos, terminamos creándolo.
Un ejemplo común se presenta en las relaciones. De repente sientes miedo de que tu pareja no quiera estar contigo. Entonces empiezas a desconfiar de sus gestos. Crees que no es sincera cuando te dice que te quiere. Y, en lugar de mirar profundo ese miedo y ver la inseguridad que sientes, tratas de arreglar el problema afuera. Le preguntas qué le pasa; quieres saber por qué está pensando en dejarte. Te pones ansioso. Quieres tratar de controlar la situación para evitar lo que temes. Comienzas a seguirla para ver si está viendo a alguien más. Tu pareja, al ver que la sigues, ve en ti una gran inmadurez que le produce rechazo y decide que no quiere estar contigo.
Tienes miedo de enfermarte. No confías en la vida. Tienes que asegurarte de que estás bien. Entonces dejas de dormir bien pensando en la posible enfermedad y permaneces constantemente estresada. Buscas en internet las posibles soluciones y síntomas de la enfermedad. Ese estrés deteriora tu cuerpo y afecta tu sistema inmunológico. Como consecuencia, generas la enfermedad que temes o una parecida.
Podrían escribirse miles de historias con el mismo esquema.
Creo que el error principal de Anakin es querer evitar su miedo mediante el control. En vez de verlo como una oportunidad para ir dentro suyo y sanar, se pone a pelear con la vida, tratando de cambiar a la fuerza el destino que teme. Es el miedo a perder el que lo lleva a perder a su amada. Pero podría haber aprovechado esta oportunidad, en cambio, para encarar ese miedo y sanarlo.
Ante el miedo, muchas veces el ego nos impulsa a la acción. Pero esa es una acción de baja calidad. Es como tratar de apagar el fuego con gasolina.
Si tienes mucho miedo, ve adentro primero antes de tratar de poner en marcha un plan para arreglar las cosas. Por una parte, muchas veces el miedo es una ilusión, y al calmarte podrías ver que en realidad todo está bien. Por otra parte, si en realidad hay un peligro, lo más probable es que puedas solucionarlo con mayor facilidad si tu mente está serena y reposada. El miedo impide reflexionar con calma y distorsiona la percepción, y en ese estado es difícil ver la solución, incluso si se encuentra en frente de tus ojos.
Es difícil mirar en nuestro interior cuando percibimos que hay un gran problema afuera, pero es el lugar en el que más nos conviene mirar.
A veces, la mejor manera de encontrar la solución de un problema es dejar de buscarla obsesivamente. Cuando el agua se aquieta, vemos con claridad lo que yace en el fondo, tomamos contacto con nuestra sabiduría más profunda y podemos hacer frente a los retos de la mejor manera posible.
¿Te ha pasado que tratas de estar en paz, meditas, tratas de enfocarte en el momento presente, pero no te dejan? ¿Hay mucho ruido? ¿Te interrumpen constantemente? ¿Hay caos a tu alrededor y no puedes relajarte ni concentrarte en tu práctica meditativa? ¿Y justo cuando ya todo está resuelto y puedes descansar, un bebé comienza a llorar…?
Si te sientes identificada con alguna de estas situaciones, entonces tengo una muy buena noticia para ti: tienes ante ti la oportunidad de comenzar una poderosa práctica espiritual.
Un ejercicio que propone el maestro Eckhart Tolle es usar los ruidos y las situaciones a nuestro alrededor que nos incomodan para practicar la rendición espiritual. (Si te interesan las meditaciones propuestas por Eckhart Tolle, no te pierdas este video).
La idea es asumir estas situaciones como oportunidades para aceptar el momento presente exactamente como es.
La mente nos dice que, si ese ruido dejara de sonar, si esa persona se callara, si apagaran ese televisor, entonces podríamos estar en paz. Pero, si estamos buscando cambiar el afuera para tener paz, es porque no hemos encontrado aún la paz verdadera dentro de nosotros. Y esa paz la alcanzamos cuando hacemos las paces con el momento presente; es decir, con este momento, exactamente este, como es.
Hacer las paces con el momento presente implica estar en paz sin importar lo que suceda a nuestro alrededor. No se trata de no tener emociones. Se trata de conectarnos con una paz interior que está más allá de la alegría y la tristeza. Es una sensación de espacio profundo que puede albergar cualquier emoción. Sí: podemos estar tristes y en paz, e incluso podemos tener ira y estar en paz. La emoción sólo está en la superficie del cuerpo. Pero cuando nos conectamos con nuestra esencia más profunda, que va más allá del cuerpo, surge una paz que es independiente de lo que sucede en la superficie.
Hay situaciones muy extremas que requieren un alto grado de maestría espiritual para poder hacer las paces con ellas. Y, al menos la mayoría de nosotros, tenemos que practicar antes de poder contactar esa paz profunda dentro de nosotros.
Sin embargo, podemos empezar por cosas pequeñas. Escoge un ruido que te moleste a veces. Puede ser el ruido de los carros que tocan la bocina en medio de los atascos del tráfico, o quizás el ruido de los vecinos por la mañana o a altas horas de la noche. O tal vez es el llanto de tus hijos o de los hijos de tus amigos o familiares. O tal vez es incluso el sonido de la voz de tu pareja cuando te recrimina.
Cada vez que aparezca ese sonido, úsalo como una alarma que indica que es momento de comenzar el ejercicio espiritual. No huyas del sonido. No trates de calmarlo. No trates de distraerte. No te pongas a pelear, ni externamente ni en tu mente, con quienes producen el sonido. Es un regalo. Es el fundamento de tu práctica espiritual, así que agradéceles.
Ten la intención de aceptar plenamente el sonido. Esto quiere decir: dale toda tu atención y permite que el ruido se quede tanto como quiera.
Observa con mucha atención en esos momentos tus emociones, sensaciones y pensamientos. Observa. Toma consciencia de la presencia que observa. Ve profundo. Observa desde la profundidad el ruido que está en la superficie y mira cómo produce olas de emociones y pensamientos a su alrededor. Simplemente observa.
Con práctica, verás que puedes conectarte con una paz profunda en medio del ruido. Y has llegado a esa paz gracias al ruido. ¿No es una oportunidad maravillosa?
Algunas recomendaciones:
No te fuerces: Si hay una situación muy extrema y no te puedes rendir, no te fuerces. Comienza con cosas pequeñas, con algo que no tenga una gran carga emocional para ti. Si el sonido de los carros te altera demasiado, escoge otro menos intenso con el que empezar a practicar. Ve poco a poco. Comienza a elegir situaciones cada vez más intensas, pero asegúrate de que el proceso es fluido y de que no te estás forzando.
No te reprimas: ¿Cómo saber si te estás forzando? Cuando te fuerzas, hay represión. Sientes las emociones con gran intensidad y hay gran malestar en ti. Lo soportas, pero te hace daño. Si este es el caso, es importante que liberes la energía. Si quieres, intenta la práctica, pero después asegúrate de dejar salir las emociones. Si te cargas de molestia, canaliza esa energía de forma sana: corre, grita, haz ejercicio, golpea una bolsa de boxeo. No te quedes con la energía adentro si sientes que te sobrepasa. A medida que avances, esa misma energía podrás transformarla en consciencia y amor puro y entonces ya no tendrás que liberarla, pues no habrá riesgo de que la reprimas. Pero, mientras llegas a ese punto, tómalo con calma y deja salir la energía tantas veces como sea necesario.
En vez de evitar lo que te enoja, úsalo para crecer.
Eckhart Tolle
Usualmente, lo que nos molesta nos muestra partes de nosotros que no hemos sanado.
A veces, nos molesta que alguien haga algo porque, aunque creemos que es malo, en el fondo nosotros queremos hacer lo mismo pero nos estamos reprimiendo.
Otras veces, nos molesta que alguien diga algo porque nos recuerda de un aspecto que no nos gusta de nosotros. Por ejemplo, alguien habla mal de los glotones y nos sentimos mal porque comemos mucho y nos juzgamos por eso.
En ocasiones, nos molestamos con una situación porque detona nuestras inseguridades u otras heridas. Por ejemplo, nos molesta que alguien llegue tarde porque nos sentimos irrespetados, y nos duele sentirnos irrespertados porque nuestra autoestima depende de la aprobación de los demás.
Podría seguir poniendo ejemplos, pero se entiende la idea.
La sugerencia de Eckhart Tolle es usar eso que nos molesta para crecer.
Es normal, frente a algo que nos molesta, tratar de cambiar la realidad o huir de ella; en otras palabras: tratar de solucionar el problema afuera de nosotros.
La verdad es que, si nos molesta mucho, lo más probable es que esa situación esté tocando una herida que llevamos dentro. Es, por tanto, una oportunidad para tomar consciencia de esa herida y sanarla.
Así pues, cuando algo te moleste, antes de tratar de cambiar la realidad o de pelear con ella, quédate sintiendo profundamente tu malestar. Observa las emociones y los pensamientos que surgen en ti como resultado de la situación.
Si sientes tristeza, permítete llorar. Si sientes rabia, déjala salir: golpea una almohada o haz ejercicio fuerte. Escribe los pensamientos al respecto y observa si hay patrones o ideas que se repiten en otras áreas de tu vida.
En un estado de inmadurez total, creemos que la causa del malestar es completamente externa; creemos que el mundo y los demás son los culpables de nuestro malestar. Creemos, por tanto, que la única forma de sentirnos bien es que los demás cambien y que las situaciones a nuestro alrededor cambien. Y si no cambian, seguimos infelices, señalando y culpando.
Al hacer este ejercicio de observación, comenzamos a asumir responsabilidad por nuestro bienestar. Sabemos que, si nos duele, es porque hay algo adentro que no hemos sanado, y es nuestra responsabilidad sanarlo.
Una vez sanamos por dentro, nuestra percepción de la realidad externa cambia. Muchos juicios se van, y al irse los juicios, muchas cosas dejan de molestarnos. Puede que aún no estemos de acuerdo con cierto tipo de comportamientos o ideas, pero ya no sufriremos a causa de ellas.
Cuando sanamos por dentro, nuestra percepción se vuelve más amorosa, comprensiva y compasiva. Entonces puede que querramos cambiar el mundo, pero lo hacemos desde otro lugar. Ya no tratamos de cambiarlo para que se vaya el malestar que tenemos adentro. Cuando estamos felices y plenos, tratamos de cambiarlo simplemente porque esa es la naturaleza del amor: dar siempre lo mejor de sí y elevar la vibración de todo lo que lo rodea.
En cada camino espiritual es normal que haya momentos difíciles. Momentos en los que dudamos de nuestro camino. Momentos en los que no sabemos si en realidad nos ha servido. momentos de contracción, miedo y oscuridad. A veces se llama a esos momentos «Noche oscura del alma».
¿Qué hacer en esos momentos? Alguien me preguntó hace poco esto en un correo, y esto fue lo que le respondí
En mi experiencia, no he tenido una noche oscura del alma. Al menos no si se refiere a ese momento de profunda desolación y miedo que antecede al despertar total de la consciencia. Y la razón por la que sé que no he pasado por ahí es que aún no he tenido un despertar total de consciencia.
Sí he pasado, sin embargo, por contracciones y momentos difíciles emocionalmente que suceden antes de momentos de claridad o de gran paz. Podría decir que se trata de pequeñas noches oscuras, momentos difíciles que tienen lugar cuando estamos sanando algo profundo.
En esos momentos, las cosas tienden a verse oscuras. En esos momentos, pareciera que nuestras anteriores certezas se desvanecieran. Nos sentimos inseguros. Pareciera que los anteriores momentos de paz y luz fueran un sueño distante del cual despertamos para darnos cuenta de que en realidad tenemos mucho miedo.
En mi experiencia, la mejor forma de transitar por esos momentos de contracción es entregarnos a ellos. No huir, sino mirar de frente al miedo y al dolor. Si es posible, recomiendo continuar con nuestra práctica espiritual, así creamos que no sirve o que no nos ayuda, lo que puede pasar si estamos muy contraídos.
Esos momentos son una oportunidad para confiar en la luz que no podemos ver ni experimentar; para confiar en que estamos sanando algo muy profundo, como sin duda lo estamos haciendo, y que una vez lo sanemos podremos ver la luz de nuevo.
El sólo acto de tomar consciencia de que estamos pasando por un momento así ayuda mucho. Ayuda observar tomar consciencia de que lo que nos dice la mente no necesariamente es la verdad, pues es normal que en esos momentos nuestros pensamientos sean amenazantes, desalentadores y deprimentes. Poder observarlos y no creerles es un gran paso.
Luego de observar los pensamientos ayuda mucho sentir las emociones plenamente y pasar tanto tiempo con nosotros como podamos. Sin embargo, si el proceso es demasiado intenso y no estamos listos, es recomendable buscar ayuda. Hablar con alguien en quien confiamos plenamente es muy útil, sobre todo si es una persona amorosa y consciente. En esos momentos nos ayuda mucho escuchar otra perspectiva, la perspectiva de alguien que puede mirar nuestra vida sin las nubes densas que enturbian nuestra mirada, una persona que seguramente no verá tanta gravedad en la crisis por la que estamos pasando. Es ideal que esa persona tenga una gran madurez espiritual, para que no se deje arrastrar por nuestro drama ni nos compadezca. Ojalá sea alguien que pueda ver nuestra luz y nos recuerde que ésta sigue allí mientras nosotros recobramos la capacidad de percibirla.
Otra recomendación es evitar en esos momentos caer en hábitos autodestructivos y adicciones. Debemos evitar escapar del dolor mediante cosas que sólo lo alivian superficial y momentáneamente, pero que a largo plazo nos impiden sanar y agudizan el dolor. Esto es especialmente importante, pues en esos momentos somos más propensos a caer en esos comportamientos y hábitos destructivos. Sin embargo, si caemos en esos hábitos, lo cual puede pasar y seguramente alguna vez pasará, es vital que no nos castiguemos por ello. Dejar ir la culpa y ser amorosos con nosotros es fundamental.
Finalmente, te recomiendo tener paciencia. Es normal preguntar: «¿Cuánto durará esto?». «¿Será que sí va a pasar?». Entre más ansiedad tengamos por salir de ese momento, más nos demoraremos, pues la ansiedad nos impide habitar plenamente en el momento presente, y para sanar debemos estar plenamente presentes.
Ante todo, recuerda que la oscuridad no es real. Es sólo una percepción distorsionada nacida del miedo. Y es normal que haya miedo cuando sanamos espiritualmente. Pues, cuando sanamos espiritualmente, disolvemos el ego, y entonces es natural que el ego sienta gran miedo e inseguridad.
Así pues, sé amorosa contigo, sé paciente, confía aunque no puedas ver la luz, y no huyas, acompáñate y quédate contigo en esos momentos, pues es ahí cuando más te necesitas.