Emociones en tiempos de crisis

Las crisis son grandes oportunidades para crecer. Son momentos en los que nuestros miedos e inseguridades salen a flote y tenemos, por tanto, una oportunidad para sanarlos. Son momentos en los que nos vemos forzados a evolucionar y a desarrollar capacidades que habrían permanecido dormidas de otra forma. Son un espejo en el que miramos qué tanto hemos avanzado en nuestro camino y vemos aquello que nos falta.

En estos momentos, en los que el miedo inunda los medios de comunicación y muchos sentimos que el peligro se cierne sobre nuestras vidas, tenemos una gran oportunidad. ¿Cuál es la mejor manera de aprovecharla?

Recomendado: ¿Qué hacer ante el miedo que suscitan las crisis?

Mi principal consejo es que no escapes de tu incomodidad y sientas tus emociones.

Las crisis detonan nuestros miedos y sacan a la luz lo que no hemos sanado. Yo, por ejemplo, no le tengo mucho miedo a la muerte, pero tengo tendencia a sentirme culpable. Así, la pandemia actual hace que tenga miedo a contagiar a alguien y me lleno de miedo de hacerle daño a los demás.

Sentir esto es muy incómodo. Cuando surgen esas emociones y esos patrones de pensamiento, muchas veces quiero escapar. Busco refugiarme en distracciones o adicciones. Miro noticias en internet para tener una ilusoria sensación de control. Creo problemas a mi alrededor de manera inconsciente para tener algo de qué preocuparme y quitar así mi atención del miedo más profundo que subyace en el fondo.

Cuando huyo de mis emociones y de mis pensamientos, estas se convierten en un ruido de fondo. Constantemente hay una angustia sutil que me impide estar pleno y en paz.

Pero, sobre todo, cuando hago esto pierdo una oportunidad para sanar.

Cuando me permito mirar mis emociones de frente, es incómodo, pero así les permito mostrarme aquellas partes en mi interior que no han sanado. De esta manera, esas emociones se convierten en el camino a la sanación.

Al comienzo, sentir las emociones genera mucha resistencia. Pero cuando vamos más profundo y nos conectamos de verdad, les permitimos salir y sobreviene luego un gran alivio. Todo aquel que se haya permitido llorar y se haya entregado completamente a su llanto sabrá de la paz y el alivio que vienen luego. Así mismo sucede con el miedo, la rabia y la angustia. Es como abrir una herida para drenar la materia que se ha estado descomponiendo adentro. Allí había estado todo el tiempo, solo que no nos dábamos cuenta porque no había síntomas evidentes.

Por supuesto, abrir la herida duele mucho y por eso es naturar que prefiramos evitar que esto suceda. Pero hay una gran sanación cuando ocurre si usamos la oportunidad para que salga a la luz lo que había oculto allí.

Ese miedo que experimento ahora a hacerles daño a los demás no es nuevo. Me ha acompañado desde pequeño y ha salido a la luz en varias ocasiones muy diversas. Esta crisis, pues, no es la causa. Es solo una oportunidad más que la vida me da para tomar consciencia de esos miedos y sanarlos.

Así pues, en estos días, en los que muchos pasaremos gran cantidad del tiempo en casa, aprovecha para pasar tanto tiempo contigo como sea posible y siente tus emociones. Antes de ver las noticias, siente tus emociones. Antes de comer, siente tus emociones. Antes de discutir con alguien, siente tus emociones.

Ayuda mucho, al sentir las emociones, hacer una práctica espiritual. Meditar ayuda. Hablar con alguien consciente ayuda. Escribir ayuda. Llorar ayuda. Si hay rabia, golpear una almohada ayuda.

Y un último consejo: agradece

Esa emoción incómoda es una oportunidad para crecer. Ese miedo es una oportunidad para crecer. Ese desafío laboral, económico, de salud o a nivel de relaciones es una oportunidad para crecer. Depende de nosotros aprovechar esa oportunidad, pero está ahí.

¡Qué bendición es poder ver nuestras heridas de frente, para poder así sanarlas! Tal vez la vida nos está dando aquello que más necesitamos, tanto a nivel personal como a nivel colectivo.

Cuando agradecemos, nos abrimos a recibir el regalo. Es como regar la semilla, en vez de quedarnos quéjandonos ante la aridéz de la tierra que la cubre.

Mira, pues, en qué áreas estás creciendo ahora. Mira qué desafíos tienes y aspectos de tu vida están saliendo a la luz. Y agradece cada una de esas situaciones.

Para muchos, esta crisis será un llamado. Un llamado para ver qué están haciendo con sus vidas. Para ver el estado real de sus relaciones. Para ver qué tanto aman lo que hacen a diario. Y eso también es algo para agradecer.

Tal vez es gracias a eso que ahora estás leyendo y absorviendo estas palabras. Es por eso tal vez que te has abierto a ir más profundo dentro de ti, como seguramente es el caso si llegaste hasta aquí en la lectura.

Agradezco por la oportunidad de sanar y de servirte en tu sanación ahora. Y te invito a agradecer por ese crecimiento que estamos teniendo juntos, por esa unidad de la que nos estamos dando cuenta gracias a la necesidad de trabajar de manera conjunta.

Te envío luz y muchas bendiciones,

David González

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A veces hacemos verdad nuestros miedos al tratar de evitarlos

Mi película favorita de la serie de La Guerra de las Galaxias es el episodio III: La Venganza de los Sith (alerta de spoilers).

El protagonista, Anakin, está atormentado porque en sueños ve morir a Padme, su amada. El miedo a perderla hace que ceda ante el lado oscuro con el fin de obtener el poder necesario para salvarla. Para obtener esos poderes, utiliza su ira y su odio como fuente de energía. Al final, esa ira y ese odio que ha cultivado lo llevan a matar a Padme, quien muere tal como él lo había previsto en sus pesadillas. Esta línea argumental me recuerda, además, de la frase del maestro Oogway en Kung Fu Panda (otra de mis películas favoritas): «A veces encuentras tu destino en el camino que tomas para evitarlo».

En resumen, es el miedo a perder a Padme el que lleva a Anakin a perder a Padme.

Me parece que hay en esta película una gran enseñanza, pues, si miramos con atención, veremos que lo que le pasó a Anakin nos pasa muchas veces sin darnos cuenta.

Tenemos miedo a que algo malo pase. Como consecuencia, emprendemos acciones motivadas por ese miedo. Pero esas acciones surgen de una baja frecuencia; por tanto, nos llevan a arruinar las cosas. Así, en nuestro intento por evitar lo que tememos, terminamos creándolo.

Un ejemplo común se presenta en las relaciones. De repente sientes miedo de que tu pareja no quiera estar contigo. Entonces empiezas a desconfiar de sus gestos. Crees que no es sincera cuando te dice que te quiere. Y, en lugar de mirar profundo ese miedo y ver la inseguridad que sientes, tratas de arreglar el problema afuera. Le preguntas qué le pasa; quieres saber por qué está pensando en dejarte. Te pones ansioso. Quieres tratar de controlar la situación para evitar lo que temes. Comienzas a seguirla para ver si está viendo a alguien más. Tu pareja, al ver que la sigues, ve en ti una gran inmadurez que le produce rechazo y decide que no quiere estar contigo.

Tienes miedo de enfermarte. No confías en la vida. Tienes que asegurarte de que estás bien. Entonces dejas de dormir bien pensando en la posible enfermedad y permaneces constantemente estresada. Buscas en internet las posibles soluciones y síntomas de la enfermedad. Ese estrés deteriora tu cuerpo y afecta tu sistema inmunológico. Como consecuencia, generas la enfermedad que temes o una parecida.

Podrían escribirse miles de historias con el mismo esquema.

Creo que el error principal de Anakin es querer evitar su miedo mediante el control. En vez de verlo como una oportunidad para ir dentro suyo y sanar, se pone a pelear con la vida, tratando de cambiar a la fuerza el destino que teme. Es el miedo a perder el que lo lleva a perder a su amada. Pero podría haber aprovechado esta oportunidad, en cambio, para encarar ese miedo y sanarlo.

Ante el miedo, muchas veces el ego nos impulsa a la acción. Pero esa es una acción de baja calidad. Es como tratar de apagar el fuego con gasolina.

Si tienes mucho miedo, ve adentro primero antes de tratar de poner en marcha un plan para arreglar las cosas. Por una parte, muchas veces el miedo es una ilusión, y al calmarte podrías ver que en realidad todo está bien. Por otra parte, si en realidad hay un peligro, lo más probable es que puedas solucionarlo con mayor facilidad si tu mente está serena y reposada. El miedo impide reflexionar con calma y distorsiona la percepción, y en ese estado es difícil ver la solución, incluso si se encuentra en frente de tus ojos.

Es difícil mirar en nuestro interior cuando percibimos que hay un gran problema afuera, pero es el lugar en el que más nos conviene mirar.

A veces, la mejor manera de encontrar la solución de un problema es dejar de buscarla obsesivamente. Cuando el agua se aquieta, vemos con claridad lo que yace en el fondo, tomamos contacto con nuestra sabiduría más profunda y podemos hacer frente a los retos de la mejor manera posible.

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Anakin y Padme en La Venganza de los Sith