Justo ayer escribí un artículo sobre la importancia de amarnos con nuestras imperfecciones. Hoy, para mi sorpresa, me llegó al correo otro artículo sobre el tema escrito por Jack Kornfield, un reconocido maestro budista. Me parece que su artículo se complementa muy bien con el mío, por lo que decidí traducirlo. Aquí va:
¿Qué tal si pudieras amarte completamente, incluyendo tus imperfecciones? ¿Qué tal si pudieras amar a otros de esa misma manera? Tal vez temas que por amar tu ira o pereza, tus adicciones o tu ansiedad, nunca serás capaz de cambiar para bien. Pero, si experimentas, verás que sucede lo opuesto. A medida que te amas y aceptas a ti mismo con un amor más grande y sabio, tu miedo y tu agresividad, tu carencia y tu inercia pierden su poder. El corazón sabio le brinda compasión a la imperfección misma. Con atención plena puedes convertirte en el amor que has buscado. Y con este amor también te recobras a ti mismo.
Inténtalo. Imagina que te amaras exactamente como eres ahora, con todas esas fallas humanas. Todo ser humano tiene imperfecciones; esto es parte de la encarnación humana. Tu tarea es verlas claramente y amar de todas formas. Ahora conviértete en la consciencia amorosa que puede observar y abrazar tu vida con sus éxitos e imperfecciones en un mar de amor. Quien eres no es las fallas y los traumas y los miedos. Estos son retos humanos en la superficie. Tú eres consciencia atemporal, nacida con belleza original, el hijo del espíritu teniendo una encarnación humana complicada, al igual que los otros siete mil millones de nosotros.
Con esta aceptación profunda y esta conciencia amorosa, salte de la corte del juez. Invítate a permanecer en quietud, cómodo con todo tu ser, amable y considerado. Con esta presencia que acepta verás que haces mejores elecciones, no a causa de la vergüenza o el odio hacia ti mismo, sino porque tu corazón amoroso te enseña cómo cuidar y prestar atención. El corazón amoroso transforma la danza humana en su totalidad. Después de que practiques abrazar tus imperfecciones, puedes elegir incluir a otras personas en esta práctica. Observa y acepta todas sus imperfecciones con una consciencia amorosa profunda. Tómate tu tiempo. Observa cómo esta aceptación cambia tus conflictos y sentimientos para bien. Las otras personas están aprendiendo, al igual que nosotros. Y cuando te proyectas amándolas con todas sus fallas, date cuenta de cómo tu mirada amorosa y tu cuidado pueden inspirar lo mejor en ellas. Como dijo Nelson Mandela: «Nunca hace daño ver el bien en los demás. Usualmente actúan mejor gracias a eso».
Ámate a ti mismo. Esta es la esencia. Entonces toma tus imperfecciones humanas y crea belleza de todas formas.
Jack Kornfield se entrenó como monje budista en monasterios de Tailandia, la India y Burma. Ha enseñado meditación a nivel internacional desde 1974 y ha sido uno de los maestros más importantes que ha introducido la práctica budista de atención plena en Occidente. Entre sus libros, que han sido traducidos a una veintena de idiomas, se encuentran El corazón de la sabiduría, Cuentos del espíritu: historias del corazón, Buscando el corazón de la sabiduría y Trayendo el dharma a casa: despierta justo donde estás.
En estos días he estado aprendiendo que, para poder estar en paz, debo aprender a estar en paz con la imperfección. No hay otra manera.
En el plano espiritual, creo que todos somos perfectos. Es decir, en tanto que seres espirituales, no nos falta nada. Nuestra esencia verdadera, aquello que en realidad somos, ya está completo. Sin embargo, en tanto que seres humanos, siempre vamos a ser imperfectos. Eso significa que siempre habrá algún aspecto de nuestras vidas que puede mejorar.
Creo que está bien buscar siempre ser mejores; adquirir nuevas habilidades; aprender de los errores para lidiar cada vez de mejor manera con los retos que la vida nos presenta. Pero cuando el esfuerzo por mejorarnos se vuelve obsesivo, terminamos haciéndonos daño y obtenemos resultados que van en contra de aquello que buscábamos en un principio.
La clave está en el equilibrio. Y el equilibrio implica aceptar que el extremo donde se halla la perfección es inalcanzable, y que está bien no estar allí. Está bien no ser perfectos
Una de las consecuencias negativas que ha tenido en mi vida la búsqueda de la perfección es que muchas veces he asumido que alcanzarla es un requisito para permitirme hacer otras cosas. Por ejemplo, a veces decido que sólo me permitiré ser feliz y descansar cuando alcance un estándar muy alto en ciertos aspectos de mi vida. Y esa es una receta y una excusa para no ser feliz y para no descansar. O a veces decido que sólo comenzaré un proyecto cuando haya alcanzado un nivel muy alto de maestría en ciertas cosas; y esa es una excusa para no comenzar.
Este blog mismo es un ejemplo de eso. A veces, cuando siento que no estoy bien en algunas áreas de mi vida, decido que no voy a compartir más reflexiones hasta que no me sienta «listo» para hacerlo de nuevo. Y esto me parece muy bien cuando nace de un deseo genuino por descansar o simplemente de darme cuenta de que en realidad no tengo ganas de escribir. Pero hay veces que tengo ideas que quisiera compartir, pero no me permito hacerlo porque siento que primero debo arreglar mi vida emocional. Se trata de una forma de perfeccionismo: si no me siento de tal y cual manera en ciertas áreas de mi vida, entonces no tengo derecho a prosperar o a avanzar en otras áreas. Es como una actitud de todo o nada. O lo hago bien todo o no hago nada.
No estoy promoviendo con esto lanzarnos a hacer cosas cuando sentimos que no estamos listos. Eso me parece muy válido y necesario. Por ejemplo, me parece importante permitirnos no involucrarnos en una relación sentimental cuando tenemos profundos enredos con una relación que aún no se ha cerrado del todo. Me parece importante permitirnos no hacer nada cuando sabemos que no estamos claros. Hay momentos en los que esa decisión de no hacer viene del corazón, de la sabiduría de la vida que nos dice que es momento de parar, de esperar, de aclararnos, de sanar. Pero hay otros momentos en los que es el ego el que nos impide avanzar. Entonces es el miedo el que, camuflado de la necesidad de resolver algo, hace que nos estanquemos.
Sólo en profundo silencio podremos encontrar la respuesta y saber si es momento de avanzar o de descansar un momento. En mi caso, en este momento, me di cuenta de que tenía resistencia a escribir porque siento que hay asuntos que debo arreglar antes. Una idea de «si vas a hacerlo, hazlo bien, y para hacerlo bien primero tienes que alcanzar tal y cual estado interno». Y veo, en el fondo de esa idea, que simplemente hay resistencia a empezar y una exigencia de perfección que no me lleva a ser feliz.
Me siento muy bien ahora que escribo, y que me premito compartir mis reflexiones y experiencias sabiendo que no soy perfecto, que tengo muchas fallas y que hay áreas de mi vida en las que no soy un modelo a seguir; sabiendo que para aportar algo valioso no tengo que tener todo resuelto.
Pero, sobre todo, me permito ahora disfrutar de lo que sí está muy bien en mi vida, que son muchísimas cosas, las cuales, sin embargo, no me permito apreciar cuando me enfoco en lo que me falta. Es como tener una habitación llena de cuadros preciosos pero no permitirnos mirarlos y disfrutarlos porque hay una mancha en un rincón; y decidir que sólo cuando el cuarto esté absolutamente impecable nos permitiremos gozar con las pinturas que ya tenemos disponibles en este momento.
Para disfrutar de la belleza que me rodea, de la belleza que es mi vida y de lo afortunado que soy, debo aprender a estar en paz con la imperfección; a estar en paz con el hecho de que siempre habrá un rincón que podría estar más reluciente y siempre habrá algo más por limpiar.
A veces, no nos permitimos disfrutar lo que tenemos ahora como una forma de castigarnos por nuestras imperfecciones. Es una mentalidad que ha sido arraigada desde el colegio y desde la forma como muchos fuimos criados. Se nos enseñó que siempre había condiciones para disfrutar de las cosas buenas de la vida. «Sólo podrás comer el postre si haces esto y aquello; y si haces esto otro no podrás disfrutar de tales y cuales cosas». Y, de repente, sin que nadie nos prive de nada, nosotros mismos empezamos a ponernos condiciones y decidimos que no tenemos derecho a ser felices a menos que primero hagamos ciertas cosas o dejemos de hacer ciertas otras.
Esta forma de educar tiene como objetivo hacernos mejorar a través del castigo y el miedo. Pero esta es una aproximación que ya no funciona. Ya hemos madurado. No necesitamos amenazarnos ni castigarnos para hacer aquello que amamos o para dejar de hacer aquello que por experiencia sabemos que nos aleja de nuestro ser. Y mucho menos tenemos que poner a la perfección como condición para nuestro derecho a ser felices. De hecho, hacerlo sería un locura, pues equivaldría a decir que no tenemos derecho a ser felices nunca, cuando la verdad es que tenemos derecho a ser felices exactamente como somos ahora. Siempre podremos mejorar, y qué bueno que lo hagamos, pero mejorar no es una condición para que nos permitamos ser felices ahora en la medida en que podemos.
Además, cuando nos enfocamos en lo que está bien, cuando gozamos de los apectos de nuestra vida que más están brillando, naturalmente nuestra vibración se eleva, y con esa vibración elevada vamos sanando aquellas otras áreas en las que no hemos madurado tanto. Así, sanamos más rápido y crecemos más cuando nos permitimos disfrutar de nuestra vida ahora, mientras que, cuando nos negamos la plenitud y la felicidad ahora, en realidad hacemos más lento nuestro avance, pues entonces nuestra vibración baja y tenemos menos energía para crecer y avanzar.
Compartir enseñanzas espirituales en redes sociales ha sido un gran aprendizaje para mí. Me ha traído retos que me ayudan a evolucionar y es un espejo en el que veo reflejado mi proceso de crecimiento interno.
En este artículo quiero compartirte los principales retos que he tenido y que estoy teniendo en mi camino con las redes sociales.
El miedo al qué dirán
Al comienzo, sólo compartía frases de maestros reconocidos o republicaba memes que encontraba en Facebook. Luego, decidí comenzar a hacer videos, y esto implicó superar el miedo al qué dirán. ¿Pensarán que soy ridículo o presumido? ¿Se burlarán de mí? En este artículo cuento más sobre esa fase de mi proceso y comparto lo que me ayudó a superar ese miedo.
El miedo a lo que piensen los demás no se ha ido por completo, pero es mucho menos intenso. Ya no me impide hacer videos o compartir mis enseñanzas. Hasta cierto punto, diría que es un miedo superado.
Necesidad de aprobación
Este reto se relaciona estrechamente con el anterior. Sin embargo, en este caso el énfasis no está en la posibilidad de que se burlen o me desprecien, sino en la necesidad de que a los demás les guste lo que hago.
Cuando comencé a publicar contenido constante en redes sociales, me di cuenta de que me afectaba mucho el numero de likes que recibían las publicaciones. Si publicaba una imagen que tenía gran acogida, me sentía bien y tranquilo, mientras que, si una publicación recibía muy pocos likes, me preocupaba y desanimaba. En este artículo te cuento un poco más sobre esta dependencia de los likes y doy algunos consejos generales para soltar la necesidad de aprobación.
Por momentos sigo pendiente de cuántos likes tengo y aún me afecta, aunque éste también es un aspecto en el que he crecido y esa necesidad de aprobación ha disminuido en buena medida.
Pero es evidente que aún no he sanado esto del todo. Al escribir este artículo, consulté algunos videos de YouTube que grabé hace un tiempo y vi que elgunas personas le dieron «No me gusta» a los videos. Tan pronto vi eso, sentí una punzada de malestar que me indica que lo que los demás piensen me afecta y que aún tengo necesidad de aprobación.
Adicción a las redes sociales
Muy relacionado con lo anterior está el tema de sentir la necesidad de estar constantemente conectado con las redes sociales. Mirar a cada el rato el celular para ver cómo les ha ido a mis publicaciones llegó al punto de convertirse en una adicción, una forma de escape y de desconectarme de mí mismo.
En este tema también he sanado bastante; ya no me parece tan atractivo estar constantemente conectado a las redes. Sin embargo, cuando llega la ansiedad, a veces todavía uso mis redes sociales para escapar. En eso sigo trabajando.
Sobre el tema de la adicción a las redes sociales te recomiendo este video que grabé, y sobre el tema de las adicciones en general, este otro video.
Retos actuales: dudas sobre mí y sobre mi proceso
Al llamar a esta sección «retos actuales», no quiero decir que los retos anteriores no sigan presentes, como bien lo he indicado. Quiero señalar, simplemente, cuáles son los retos más importantes den este momento de mi proceso.
Dudar de mí
Y el principal reto es que dudo de mí en varios aspectos. Por una parte, dudo de ser lo suficientemente bueno como para asumir el papel de dar consejos espirituales en redes sociales.
Se trata del miedo a ser un fraude, sobre el cual escribí este artículo. Sucede cuando no creo en mí.
Cuando estoy en una fase espiritual expansiva, conectado con lo más profundo de mi ser, este miedo desaparece. Pero cuando me encuentro contraído energéticamente, el miedo se intensifica y me lleva a dudar de si debo seguir lo que estoy haciendo.
Autosabotaje
Este ha sido y es uno de los principales retos con los que he lidiado en diferentes áreas de mi vida, y mis proyectos de redes sociales y mi camino espiritual en general no son la excepción.
Cuando las cosas marchan muy bien, mejor que nunca, a veces hago elecciones que bajan mi vibración y aumentan mis miedos. Puede que se trate de recaer en viejas adicciones, evadir mis emociones o simplemente consumir productos de baja vibración (ciertos canales de YouTube, ciertas noticias, ciertos pasatiempos).
Es como si tuviera miedo a estar tan bien. Pues sé que cuando estoy muy bien mi vida comienza a cambiar, y eso me da miedo. Da miedo pasar al siguiente nivel. En este artículo hablo un poco más sobre el autosabotaje.
Dudar de mi camino
Creo que este es el reto más profundo para mí ahora. Dudar de si lo que hago está bien.
Se relaciona mucho con dudar sobre mí y creer que no soy lo suficientemente bueno, pero va más allá.
Es algo que se presenta en todas las áreas de mi vida: las relaciones, la vida profesional, mis proyectos.
No importa lo que haga, casi siempre aparece una vocecita de miedo que me dice: «Tal vez no deberías estar haciendo esto».
Las razones que aduce la voz de mi ego varían según el contexto. De repente no estoy seguro de si me gusta lo que estoy haciendo. O no sé si encaja con mis creencias más profundas. O simplemente dudo sin saber por qué.
Cuando esto sucede, pienso en que tal vez debería renunciar a los objetivos que me he propuesto. Varias veces con este proyecto llamado Caminos de Conciencia he dudado de si debo seguir o no. Y la verdad es que no lo sé. Tal vez en algún momento mi corazón me dirá que ya es suficiente y lo dejaré. Por ahora, siento que esa voz viene desde el miedo, no desde mi consciencia más elevada, y por eso no le hago caso.
Hay momentos, sin embargo, en los que me siento cansado y lo que hago no parece tener sentido.
A veces siento que he decidido seguir con este proyecto impulsado por los deseos de mi ego. Tal vez es solo mi ego el que desea tener muchos seguidores y ser reconocido y verse a sí mismo como exitoso, pero tal vez en el fondo nones esto lo que quiero hacer.
Otras veces pienso que tengo este proyecto por la creencia de que debo hacerlo para ayudar al mundo, de que eso es lo mejor que puedo hacer por la humanidad, pero es algo que no viene de mi corazón y de mis deseis más profundos sino de mi cabeza. Tal vez en el fondo quiero hacer otra cosa.
Estos últimos párrafos son ejemplos de las conversaciones internas que surgen en los momentos de duda.
No sé, a ciencia cierta, para dónde voy. Sé que en este momento tengo ganas de compartir estas experiencias. Me gusta escribir. Y creo que les ayuda a algunos de los que me leen.
Las últimas semanas he estado muy bajo energéticamente y se han intensificado los últimos retos que describo. Tal vez es parte normal de proceso de crecimiento. Tal vez es producto de una necesidad de cambio. Tal vez es miedo a pasar al siguiente nivel. No lo sé. Por momentos no disfruto estar permanentemente conectado a las redes respondiendo lo que me preguntan, y menos aún cuando siento que no estoy plenamente conectado con mi sabiduría interior y que por tanto respondo con respuestas prefabricadas que sé de memoria pero que no reflejan mi nivel actual de consciencia.
Sé que estos momentos de dudas y crisis son algo normal que en algún momentos les suceden a todos los seres humanos. En mi caso, me ayuda escribir lo que siento. Y uno de mis propósitos este año fue compartir más de mí y de mi proceso.
Finalmente, ya que he estado compartiendo artículos antiguos en esta entrada del blog, te invito y me invito a leer esto que escribí sobre cómo pasar por momentos difíciles.
Si abriste este correo, probablemente es porque de alguna forma resuenas con lo que digo. Este mensaje es para ti. Quiero agradecerte por seguir lo que escribo, por mantenerte conectada o conectado conmigo, y por estar leyendo estas líneas.
Quiero contarte algunos cambios que planeo hacer en este blog, para que sepas qué esperar en este nuevo año.
Hasta ahora, el principal propósito de este blog ha sido compartir enseñanzas espirituales. Eso no va a cambiar; seguiré compartiendo reflexiones cuando me sienta inspirado a hacerlo. Lo que cambiará es que comenzaré a poner cada vez contenidos más personales. Quiero compartir mi proceso, mis desafíos, mis sueños, inseguridades y miedos.
Hace un tiempo comencé a escribir diarios en los que plasmo todo lo que me pasa, y esa práctica ha sido de gran ayuda en mi camino espiritual.
Cuando pongo en el papel mis pensamientos, miedos y deseos, eso me permite verlos desde otra perspectiva. A veces comprendo causas profundas de cosas aparentemente superficiales que me molestan. A veces veo patrones comunes en situaciones aparentemente inconexas que se presentan en diferentes áreas de mi vida. A veces me siento inspirado y describo experiencias espirituales muy bellas que llegan a mí en el momento.
Sea como sea, esa es una de mis principales prácticas espirituales en este momento. Además, disfruto mucho escribir, especialmente escribir a mano, con una pluma que se desliza sobre una hoja de papel.
Quiero comenzar a compartir en este blog parte de las cosas que plasmo en mis diarios. No será algo extremadamente íntimo; hay detalles e ideas que dejaré sólo para mis reflexiones privadas. Sin embargo, sí compartiré a grandes rasgos cómo es el proceso por el que estoy pasando.
Creo que, de alguna manera, esto puede ser útil para los demás. Aunque, independientemente de eso, lo hago porque es lo que siento ganas de hacer desde el corazón ahora, y confío en ese sentimiento, más allá de que crea que puede o no ayudar a otras personas.
Si llegaste hasta este párrafo y de alguna manera sientes que leer estas palabras te conecta con algo que es bueno para ti ahora, bienvenida o bienvenido a esta nueva etapa del blog.
Hay muchas cosas que quiero contar sobre mi proceso y los retos que enfrento actualmente. Pero eso será para otras entradas. Por hoy es suficiente.
Con frecuencia habrá, por supuesto, reflexiones como las que he venido publicando en los últimos tres años. Eso no cambiará y puedes esperarlas semanalmente.
Todos hemos lidiado alguna vez con una adicción, y es probable que muchos estemos lidiando con alguna ahora.
Por eso, te invito a ver este video, en el que explico qué son las adicciones y comparto un consejo que ha funcionado para mí.
El primer paso para dejar una adicción, es reconocer que nos hace sufrir. Pues lo que caracteriza a las adicciones es que nos hacen sufrir.
El reconocimiento de ese sufrimiento nos motiva a querer sanar, pues es obvio que no queremos sufrir. Sin embargo, la adicción también se caracteriza porque se impone sobre nuestra fuerza de voluntad. Es como si algo nos obligara a hacer cosas que no queremos hacer.
Entonces, muchas veces la lucha contra las adicciones se convierte en una lucha contra nosotros mismos. Se trata de esforzarnos e imponer nuestra fuerza de voluntad sobre nuestros deseos más básicos e inmediatos.
Este esfuerzo, sin embargo, es desgastante y muchas veces nos lleva a reprimirnos, y cuando nos reprimimos, a veces acumulamos tensión que se desboca de manera negativa en otras áreas de nuestra vida. Por ejemplo, dejamos de fumar pero entonces comenzamos a comer demasiado.
Estaré haciendo varios videos en los que hablo sobre consejos sencillos para dejar las adicciones. En este primer video, planteo un enfoque que no se basa en la represión ni en aguantarnos las ganas sólo mediante la fuerza de voluntad, si bien esto a veces puede ser necesario.
Hoy vi a mi madre retirando lo adornos navideños de la casa y me dio un poco de tristeza. Entonces le dije: «Ya se acabó la época de Navidad, ¿no te gustaría que continuara?». «No», me respondió. «La gracia de época de Navidad es que se acaba; es por eso que es especial y que la disfrutamos tanto».
Me quedé pensando en su respuesta, y creo que es muy sabia y se aplica para muchas cosas.
Si la época de Navidad y sus adornos durarán todo el año, dejarían de tener en nosotros el efecto que ahora tienen.
Eso me recuerda algo que me dijo hace tiempo un amigo. Él estaba desempleado en ese entonces, y yo le pregunté qué iba a hacer en época de vacaciones. «Los que no tenemos trabajo, no tenemos el privilegio de tener vacaciones», me respondió. Cuando le pregunté a qué se refería, me explicó que, para él, las vacaciones sólo tienen sentido como un tiempo de contraste con la época en la que se trabaja. Por tanto, si nunca se trabaja, no hay vacaciones, pues no hay contraste. Puede que dure todo el año con tiempo libre y pueda descansar, pero no se siente nunca en vacaciones.
En consecuencia, si tuviéramos vacaciones todo el tiempo, ya no serían vacaciones. Es por eso que los ritmos y los cambios son necesarios. Es hermoso cuando un periodo termina y otro comienza; nada dura indefinidamente.
A veces queremos aferrarnos a experiencias placenteras. En mi caso, quise aferrarme a la experiencia de la Navidad, la cual disfruto mucho. Sin embargo, caí en cuenta de que, si tratara de aferrarme a esa experiencia, perdería su sentido. Por tratar de que durara más de lo que normalmente dura, acabaría en realidad perdiendo la experiencia.
Así mismo, hay muchos momentos bellos y fugaces que debemos aprender a disfrutar en su fugacidad. Hay que aprender a dejar que las cosas fluyan y se transformen, y que una etapa dé lugar a otra. Cada momento tiene cosas bellas que disfrutar, pero nuestra realización como seres humanos requiere que nos permitamos cambiar constantemente.
La infancia es bella, pero si siguiéramos siendo niños toda la vida, nos perderíamos de gran parte de lo que la vida nos puede ofrecer. E incluso esta vida misma, a pesar de ser bella, no es más que un pequeño momento de nuestro viaje. Inevitablemente esta vida pasará, y sólo así podrá surgir lo nuevo. El universo está creando constantemente nuevas experiencias, y esto implica que lo viejo va desapareciendo y va siendo reemplazado.
Qué hermoso permitirnos ser parte de los ciclos de la vida, y poder así estar tranquilos cuando nuestro cuerpo se deteriore y se consuma. En esa conciencia, podemos disfrutar plenamente de esta experiencia humana, sabiendo que es efímera por naturaleza.
Incluso el Sol, que parece eterno comparado con nosotros, morirá en algún momento, al igual que todas y cada una de las estrellas que jamás hemos visto. Esa es la naturaleza del mundo de las formas: que surgen y desaparecen. Es por eso que la clave para disfrutar de las formas es el desapego.
Deja, pues, que tu vida cambie, y celebra este momento por completo, sabiendo que también pasará.
Al comienzo de año es muy bueno ponernos propósitos y soñar. En este video les doy consejos para que ese proceso nos lleve a hacer propósitos que realmente resuenen con nuestro corazón y que nos lleven a crear la vida que queremos.
Les deseo a todos un feliz año; que el 2020 sea de mucho crecimiento y los lleve a encontrar la paz, la felicidad y la plenitud.