La mejor forma de cometer errores

«El único que no se equivoca es quien nunca hace nada» ~ Goethe

No creo que haya un solo ser humano que no haya cometido errores. Y no tiene sentido tratar de nunca cometer errores. No sólo porque es imposible, sino porque cometer errores nos ayuda a crecer; es parte natural de nuestra evolución.

Para aprender cosas nuevas debemos probar, ensayar, experimentar. Y cuando hacemos cosas nuevas en algún momento nos vamos a equivocar. Y esto aplica para todo: la ciencia, las relaciones humanas, los negocios, la espiritualidad.

No se trata, entonces, de no cometer errores; los vamos a cometer tarde o temprano. Se trata, más bien, de cómo cometemos errores. Podemos cometer errores de forma inteligente o podemos cometerlos de forma inconsciente.

La invitación es a cometer errores de forma consciente, pues es así que crecemos y aprendemos. Pero ¿qué es cometer errores de forma consciente?

«¿Por qué cometer los mismos errores habiendo tantos errores nuevos por cometer?» ~ Bertrand Russell

Los científicos cometen errores todo el tiempo. Proponen constantemente teorías erróneas. Cada rato están equivocados. El truco está en que se equivocan de manera inteligente. Una vez la experiencia les ha demostrado que una teoría no es correcta, la abandonan y tratan de proponer una teoría nueva.

Así también podemos ser nosotros en cualquier área de nuestra vida. Cuando cometemos errores con consciencia, si tenemos la intención de aprender de ellos, disminuye la probabilidad de que los cometamos de nuevo.

Una vez sabemos que un camino ya no sirve, si somos conscientes de lo que hacemos y queremos crecer y tener experiencias que nos sirven, dejaremos de andar por ese camino.

Pero, para saber que un camino no sirve, a veces tenemos que andarlo. Sólo entonces sabremos que no sirve por experiencia propia. Y ese conocimiento es mucho más valioso que el conocimiento teórico. Cuando sabemos algo de manera teórica, a veces hay una parte nuestra que se debe esforzar por creer. Cuando lo hemos probado, ya no hay necesidad de imponernos ideas a la fuerza. Se trata de un conocimiento vivo, que comprendemos por completo.

«La locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes» ~ Einstein

Un científico que no es capaz de abandonar una teoría que ha demostrado ser errónea no podrá descubrir nuevas verdades. Para poder avanzar en el conocimiento, los científicos deben estar dispuestos a abandonar sus ideas, y a veces esto puede ser difícil.

A veces queremos seguir creyendo en lo mismo o queremos seguir haciendo lo mismo, aunque la experiencia nos haya enseñado que eso que hacemos o creemos no sirve. Esto sucede cuando nos apegamos a nuestras creencias o a nuestros hábitos.

Quizás se trata de un hábito o una idea de la que derivamos nuestro sentido de identidad. Tal vez llevamos mucho tiempo identificándonos como alguien que cree en tales o cuales cosas, o como alguien que hace ciertas cosas y no hace ciertas otras. Y entonces nos duele cambiar, pues esto implica deshacer nuestra identidad, y esto duele. Cuando deshacemos nuestra identidad, hay un momento en el que no sabemos quiénes somos, y eso puede generar angustia y confusión. Por tanto, para evitar ese vacío, muchas veces nos aferramos a lo que creemos o a nuestra forma de hacer las cosas, aunque los resultados nos estén mostrando que debemos cambiar.

Pero, si queremos crecer y evolucionar, debemos estar dispuestos a cambiar; a cambiar nuestras creencias, a cambiar nuestros comportamientos, a cambiar nuestras relaciones, a cambiar la forma en la que nos relacionamos con el mundo y con nosotros mismos. Si seguimos haciendo lo mismo, seguiremos obteniendo los mismos resultados; seguir haciendo lo mismo y pretender que las cosas sean diferentes es una locura, como bien lo señaló Einstein.

«No es necesario renunciar a nada en el mundo; sólo hay que ser consciente, y las cosas inútiles, sin sentido, caen por sí mismas, espontáneamente» ~ Osho

Cuando cometemos errores de forma consciente, aquello que no sirve comienza a caer por sí sólo. Entonces ya no dejamos de hacer cosas a la fuerza, imponiéndonos una idea ajena. Entonces dejamos de hacer cosas por el simple hecho de que vemos con claridad que ya no nos sirven.

Pero, para que esto suceda, la clave está en ser conscientes de lo que hacemos. Es decir, la clave está en prestar atención. Eso es lo que hacen los científicos cuando experimentan: prestan atención.

Imagina un científico que hace un experimento pero luego no le presta atención a los resultados. No importa qué tan bien haya diseñado el experimento; no podrá aprender nada.

Cuando estamos atentos a lo que sentimos y experimentamos, aprendemos constantemente.

Por ejemplo, si le prestamos suficiente atención a nuestro cuerpo y nuestras emociones, sabremos pronto que hay ciertos alimentos y sustancias que no nos ayudan a sentir bien, y veremos que hay otros que sí nos dan bienestar.

Y nos daremos cuenta de lo mismo si prestamos atención a cómo nos sentimos cuando nos relacionamos con ciertas personas, o cuando realizamos ciertas actividades, o cuando consumimos cierto tipo de información.

Hay cosas que nos sirven y cosas que no. Eso es obvio. La razón por la que no cambiamos muchas veces es porque no experimentamos con plena consciencia. Estamos desconectados de nosotros. Entonces no caemos en cuenta de qué nos sirve y qué no.

No tengas miedo, pues, de probar cosas nuevas. Intenta. Experimenta. Pero hazlo con consciencia. No te apegues. Tienes que estar dispuesta a cambiar. Tienes que estar dispuesta a abandonar los caminos cuando tu consciencia te muestre lo que no te sirve. Entonces tus errores se convertirán en tus más grandes maestros y te llevarán a crecer.

A veces es normal preguntarnos: ¿qué hago si cometo un error? La mejor respuesta, en mi opinión, es: «aprende de él, úsalo para crecer, úsalo para evolucionar; date las gracias por haberlo cometido, pues gracias a eso podrás hacer las cosas mejor la próxima vez; y en el futuro, por supuesto, no lo comentas de nuevo, busca, en cambio, nuevas formas, nuevas maneras, ten la valentía de dejar lo viejo en el pasado y atrévete a transformarte».

Suscríbete a mi blog y recibe en tu correo cada una de mis reflexiones.

El miedo a volver a caer

En un tiempo fui a hacer talleres de meditación a un hogar de muchachos que estaban allí para recuperarse de adicciones. Uno de los miedos más fuertes que tenían era el miedo a volver a consumir sustancias cuando dejaran el centro de rehabilitación; el miedo a volver a caer en la adicción; el miedo a repetir. El miedo a que a largo plazo no iban a sanar y sus vidas iban a terminar mal.

Creo que todos hemos tenido ese miedo alguna vez, así no hayamos sido adictos a una droga fuerte y no hayamos estado en un centro de rehabilitación.

Un ejemplo: no te gusta cuando discutes con tu pareja y le hablas con groserías. Y cuando hay una nueva pelea y comienzas a ser grosero, te sientes muy mal contigo porque te das cuenta de que has caído en algo que no querías volver a repetir. Entonces, después de la reconciliación, a la mañana siguiente, tienes menos confianza en ti mismo, pues volviste a caer, y tienes miedo de que caerás de nuevo.

Cualquier hábito o aspecto que no te gusta de ti puede generar el miedo a que repitas el pasado, a que sigas cayendo en lo mismo.

Este miedo es natural. Sin embargo, no te ayuda a sanar; por el contrario: aumenta las posibilidades de que repitas. Entre más miedo tengas, estarás más ansioso y menos conectado con tu consciencia y con tu corazón, y entre más ansioso estés, será más probable que caigas en comportamientos inconscientes. Es un círculo visioso típico.

Cuando hacía las meditaciones con los muchachos, les pedía disfrutar del momento presente, y en ese momento no estaban consumiendo. No importa si el día anterior o la semana pasada habían consumido. En ese momento no estaban consumiendo. Entre más aprendieran a disfrutar ese momento, más fácil sería para ellos hacer elecciones sanas en el futuro.

Ese miedo a repetir está relacionado con la necesidad que tenemos de elaborar una historia personal que nos guste: la historia de nuestro ego. Esa historia, por supuesto, se desarrolla en el tiempo. Y, al tratar de tener una historia que nos guste, nos sentimos en la necesidad de controlar el futuro. La idea de que podemos volver a caer atenta contra la historia que queremos construir de nosotros mismos. Entonces empezamos a tenerle miedo a nuestra historia, le tememos al personaje que hemos ido construyendo en el tiempo.

En este momento esa historia es una ilusión. En este momento no estás volviendo a caer. El miedo solo surge cuando le das importancia a tu historia en el tiempo y dejas de lado la verdad de este momento, que es el único que existe.

Solo por hoy

Cuando dejamos de prestarle atención anuestra historia, sanar se vuelve más fácil. Cuando no estamos enfocados en el pasado y el futuro, sanar se resume en hacer una buena elección en este momento. No importa lo que hayas hecho, no importa lo que vaya a pasar mañana; lo único que debe preocuparte es hacer una buena elección en este momento.

Es por esto que la frase «solo por hoy» es tan poderosa en diversas terapias para dejar adicciones. Tratar de dejar el alcohol de por vida es muy difícil, es un peso muy grande para estar cargando todo el tiempo. En cambio, elegir no beber alcohol solo por hoy es algo ligero y manejable. No se trata de tratar de arreglar la historia de tu vida; se trata de, solo por hoy, hacer una elección amorosa. Mañana será otro día.

Un día, sin embargo, es muy largo. Aún mejor puede ser centrarnos en este momento. «Solo por este momento» elige tener pensamientos amorosos. Solo por este momento elige amarte. Solo por este momento elige no preocuparte. En cinco minutos será un momento diferente. No te preocupes por si serás capaz de volver a elegir con amor en cinco minutos. Preocúpate únicamente por lo que eliges en este momento.

Al hacer bellas elecciones hoy, al hacer bellas elecciones en este momento, aumentan las posibilidades de que construyas la historia que habías soñado. Al hacer una buena elección ahora, llegarás al futuro con más energía y confianza. En cambio, preocuparte, culparte o temer aumentará las posibilidades de que vuelvas a caer. Y está bien si caes. No dejes que la caída se proyecte al futuro con una sombra de miedo. Simplemente elige de nuevo, solo por este momento.

Deja de preocuparte por tu historia, por el personaje que has construido en el tiempo. Enfócate en este momento, da lo mejor de ti en este instante. Ese amor se extenderá en el tiempo y, sin que te des cuenta, habrás construido una hermosa historia sin preocuparte por ella.

¡Suscríbete a mi blog y recibe en tu correo cada una de mis reflexiones!

¿Y si no hubiera que «hacerlo bien»?

Si eres de mi generación, es probable que te hayan educado para sacar buenas notas, para responder lo que el profesor quiere oír en el examen, para ser un niño bueno y obediente.

Esa idea de sacar buenas notas quedó muy arraigada en nosotros. Y así, muchos vamos por la vida angustiados, tratando de hacerlo bien, con miedo a reprobar. Sí, con miedo de no hallar la respuesta correcta, la que creemos que el universo espera de nosotros, como si el universo o Dios tuviera la mentalidad de un profesor de escuela del siglo pasado.

Nos da mucho miedo cometer errores. Tomar por el camino equivocado. Y nos paralizamos. Esperamos una señal externa, algo que reemplace a la voz de nuestro profesor, quien siempre nos decía qué hacer.

¿Y si la vida no fuera como un colegio del siglo pasado? ¿Y si no se tratara de hacerlo «bien» para ser premiados y reconocidos? ¿Y si se tratara de experimentarnos a nosotros mismos en todas nuestras facetas? ¿Y si se tratara de jugar, de volvernos conscientes de nosotros mismos? ¿Y si no hubiera algo así como «hacerlo mal»?

Solo pregunto. Y te invito a que respondas por ti mismo. Te invito a que observes la voz del profesor que nos quedó grabada de chicos y revises si lo que dice es verdad y resuena con tu corazón, o si solo se trata de una forma de pensar del pasado que ya puedes dejar ir.

garden-19830_1920

Suscríbete a mi blog y recibe en tu correo una reflexión para cada día.