A menudo sufrimos porque confundimos nuestra vida con la historia de nuestra vida. El maestro espiritual Eckhart Tolle distingue claramente una de la otra. Presentaré aquí la distinción sencilla pero poderosa que él propone en su obra maestra El Poder del Ahora.
La historia de tu vida es lo que crees que eres. Es el relato que te cuentas a ti mismo sobre ti. De dónde vienes, para dónde vas. Tus logros, tus fracasos. Tus cualidades, tus defectos.
Al igual que todas las historias, la historia de tu vida está construida de pasado y de futuro. Existe en tu mente cuando esta recuerda un pasado que ya no existe o se proyecta en un futuro imaginario.
Tu vida, en cambio (y valga la redundancia), está viva. La puedes sentir vibrando ahora mismo. Es tu ser.
Cuando crees que tu vida se reduce a la historia de tu vida, te identificas completamente con el personaje que has construido para ti y que usas para moverte en el mundo. Entonces crees que tu valor depende del pasado. Crees que tu valor depende de qué tantos éxitos y logros hayas conseguido en el tiempo.
Cuando tomas consciencia de tu vida, te das cuenta de que tu ser no depende del pasado; está aquí, ahora, siempre, radiante. Y el valor de ese ser no tiene nada que ver con logros o fracasos en el tiempo. El valor de ese ser está por fuera del tiempo. Puedes tomar consciencia de él o pasarlo de largo, pero no puedes perderlo ni aumentarlo, sin importar qué tan trágica o exitosa sea tu historia.
Para vivir en el mundo todos construimos una historia sobre nosotros en nuestra mente. Nos sirve para ubicarnos y relacionarnos con otros. Pero no necesitamos identificarnos con ella. Podemos observarla y anclarnos permanentemente en nuestra vida, que se encuentra en lo más profundo de este momento.
Es fantástico que construyas una hermosa historia de tu vida en esta aventura por la que estás pasando. Disfrútala. Lucha. Construye. Crea. Ríe. Llora. Explora. Pero, más allá de eso, la invitación es a que, mientras disfrutas o sufres tu historia, tomes consciencia de tu ser verdadero, que está siempre debajo de todo aquello que jamás pueda suceder en tu historia. Desde ese lugar disfrutarás de tu historia de una manera mucho más relajada y serena. Y te permitirás jugar plenamente, sabiendo que, en última instancia, no tienes nada real qué perder.
Identificarnos con nuestra historia es como jugar un video juego y creer que somos el personaje en la pantalla del televisor y olvidarnos de que en realidad estamos jugando. Cualquier videojuego se volvería bastante angustiante si eso sucediera. Cuando sabes que es solo un juego, lo disfrutas plenamente. Sigues riendo cuando ganas en el juego y te sigues enfadando cuando pierdes. Te sigues esforzando para pasar al siguiente nivel y aprendes a medida que avanzas para superar los obstáculos que van apareciendo en la pantalla. Pero, pase lo que pase, sabes que estás bien y que tu bienestar real no depende de que ganes o pierdas. Sabes que tu vida está más allá de la pantalla, en un lugar que no puede ser tocado por nada que suceda en el juego. Y la puedes sentir siempre, en lo más profundo de tu corazón, mientras sigues jugando.

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Un comentario sobre “Tu vida, la historia de tu vida y los videojuegos”