Lo que serás está en la palma de tus manos

Nunca antes había sido tan fácil consumir información. Lo que quieras, cuando quieras, en la palma de tu mano.

Elegir sabiamente lo que consumimos es una gran responsabilidad.

Cada imagen que vemos, cada palabra que leemos y cada sonido que escuchamos son alimento para nuestra mente. Esos estímulos son semillas que probablemente germinarán en la forma de pensamientos. Y esos pensamientos influirán en nuestras emociones y acciones. Y nuestros pensamientos, emociones y acciones se convertirán en el mundo que experimentamos.

Además, el tiempo que tenemos para consumir información es limitado. Por tanto, cada cosa que ves, lees o escuchas en tu teléfono inteligente impide que tengas otras experiencias.

Cada diez minutos que deslizas imágenes en Instagram, Facebook, Twitter, etc., son diez minutos que podrías haber gastado en silencio o compartiendo con un ser querido. Son diez minutos muy valiosos. Si decides emplearlos viendo contenidos en una pantalla, asegúrate de que sean contenidos que alimenten aquello que quieres ver crecer en ti.

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¿Por qué lees el horóscopo?

A muchos nos gusta leer horóscopos, que nos lean el tarot, que nos lean el té. O simplemente que nos digan qué hacer. En mi caso personal, reconozco que la mayoría de las veces, cuando busco una respuesta en algo externo a mí es porque quiero evadir la responsabilidad de tomar una decisión.

¿Sigo o no sigo en este trabajo? ¿Hablo o guardo silencio? ¿Me arriesgo? ¿Es ese mi camino? Es difícil decidir. Si decido yo y las cosas salen mal, será solo mi responsabilidad. En cambio, si me lo dijo alguien más, un vidente, un periódico, entonces ya es culpa del universo. Yo solo confié en lo que me dijeron. No tengo por qué sentirme responsable.

No es este el caso siempre. Creo que el universo nos da señales de diferentes maneras. Una canción. Una conversación. Un artículo en internet. Una sonrisa en un ascensor en el momento justo. O un horóscopo, puede ser.

La pregunta es, ¿estás siguiendo a tu corazón, estás conectado con el flujo de la vida al seguir esas señales, o simplemente estás buscando alguien que te diga qué hacer porque es lo más cómodo? Solo tú sabes. Si buscas compulsivamente afuera de ti, lo más probable es que no quieras asumir responsabilidad. Me pasa con frecuencia.

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Víctima o creador

En mi cuenta de Twitter compartí el siguiente mensaje:

Puedes salir de tus propias tormentas, son tu creación.

Alguien respondió:

Esto sí que apabuya.

Después de pensarlo un poco, respondí lo siguiente:

Asumir responsabilidad por lo que creamos da miedo. Es más cómodo sentir y creer que las cosas nos pasan. Sentir que somos víctimas. Pero para madurar debemos asumir responsabilidad y pasar de ser víctimas a ser creadores.

Esto es parte normal del crecimiento personal. Da miedo. Pero vale la pena asumir responsabilidad. ¿Qué quieres elegir, ser víctima o ser creador?

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El juego de los espejos

Cuando algo no me gusta de otra persona, qué cómodo es señalar con el dedo, qué fácil es sentirme separado de aquello juzgo.

«Ellos son el problema». «Si cambiaran, todo estaría bien». Con base en esas ideas, luchamos por cambiar a los demás. Tratamos de convencerlos de que están equivocados y a veces los forzamos a hacer las cosas de manera diferente. Con base en esas ideas vamos a la guerra. A veces, son esas ideas las que nos motivan a cambiar de pareja o de trabajo.

Qué difícil es reconocer que aquello que juzgamos en los demás es un reflejo de nuestro interior. Qué difícil es hacernos responsables por eso que vemos afuera. «¡Pero yo nunca haría eso, yo soy mejor, el problema es el otro, no yo!», responde el ego.

¿Y si esto fuera un juego de espejos? ¿Y si los demás nos reflejaran aquello que tenemos en nuestro interior? Está bien tratar de cambiar nuestro entorno. Pero ten en cuenta que, mientras nuestro interior no cambie, lo que que sea que construyamos, donde quiera que vayamos, seguiremos viendo eso reflejado afuera.

De ahí la invitación a que tomemos responsabilidad. Eso que no me gusta del mundo, eso soy. Aquello que no me gusta en ti lo cambio en mí.

Y tus hermanos no solo reflejan lo que no te gusta. Aquello que amas, aquello que aprecias y admiras, también está en ti. Por eso: gracias a mis espejos por mostrarme lo que llevo adentro. Gracias por mostrarme mi belleza y gracias por mostrarme aquello que aún no he sanado.

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