Quedarme en mi casa pintando puede requerir disciplina y tiempo. Pero más difícil que eso es tener la valentía de mostrarles mis pinturas a mis amigos. Y más difícil aún es exponerlas para que pueda verlas todo el mundo.
Al mostrarle nuestro trabajo al mundo asumimos responsabilidad por él y nos abrimos a ser criticados y juzgados. Nos abrimos a la posibilidad de no gustarles a los demás o decepcionarlos. Y esto requiere valentía.
A veces la parte más difícil del proceso creativo es mostrarle nuestro trabajo al mundo. Y a veces, a causa de los miedos asociados a lo que el mundo pueda pensar, preferimos dejar de crear o escondemos nuestro trabajo.
Y esto no sólo aplica para los pintores. Si trabajas en una compañía y se te ocurre una idea, requiere valentía compartirla con los demás e invitarlos a ponerla en práctica. Tal vez no funcione. Tal vez se burlen de ti. Tal vez sea un error. Tal vez alguien se enfade o se incomode ante tu sugerencia. Entonces preferimos quedarnos callados y hacer un trabajo que no implique responsabilidad alguna.
Pero la verdad es que el mejor regalo que le podemos dar al mundo es compartir nuestro trabajo y nuestras ideas y asumir plena responsabilidad por nuestras creaciones. Y para poder este regalo debemos tener la valentía para decir «Este es mi trabajo». «Esta es mi idea». «Yo hice eso». «Propongo que vayamos por aquí».
A veces funcionará y a veces no. A veces les gustará a los demás y a veces no. Pero siempre creceremos y mejoraremos. Y al atrevernos a fracasar, iremos más allá del miedo y estaremos listos para el éxito. Pues cuando pase en nuestra mente esa gran idea que sí va a funcionar, no dudaremos y la lanzaremos al mundo sin temor, y entonces podrá florecer.
No ocultes tu luz por miedo a decepcionar o por miedo a ser juzgada o criticada. Atrévete a brillar plenamente. No le niegues tus regalos al mundo, pues al compartirlos verás tu propia luz reflejada afuera y la sentirás brillar con mayor intensidad dentro de ti. Entonces sabrás que, como dice Un Curso de Milagros, «Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy».
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