Mira si puedes elegir

Cuando nos enfrentamos a una emoción fuerte, como la tristeza o el miedo, muchas veces no podemos elegir. Es algo que nos sucede. La emoción está allí. Lo único que podemos decidir es si nos permitimos sentirla y experimentarla plenamente o si la rechazamos, huimos de ella y pretendemos que no está allí.

Cuando las emociones son intensas y profundas, la mejor manera de sanar es permitiéndonos sentirlas plenamente, dejando que las lágrimas salgan y la rabia se exprese sanamente. Para esto último, ayuda mucho hacer ejercicio o golpear una almohada.

Sin embargo, hay veces en las que las emociones que estamos experimentando son creadas por patrones mentales con respecto a los cuales podemos elegir. A veces estamos en un drama que podría disolverse completamente si así lo elegimos.

A medida que sanamos y avanzamos en nuestro camino espiritual, vamos adquiriendo el poder de elegir. Al comienzo, lo más sano es permitirnos sentir todo, una y otra vez, tantas veces como sea necesario. Pero llega un punto en el que esas emociones ya no tienen una raíz profunda y son solamente un hábito. Podemos entonces elegir lo que queremos sentir. Y esto no se trata de rechazar o juzgar ciertas emociones como malas; se trata simplemente de decidir qué nos gusta y qué no. Es igual que con la comida. Cuando no hay opciones, lo más sano es comer lo que haya a disposición. No obstante, si tenemos varias opciones de alimentos entre los cuales escoger, ¿por qué no elegir aquellos que nos hacen sentirnos mejor? Y lo cierto es que, a medida que nuestra consciencia se expande, adquirimos la capacidad de elegir qué emociones experimentar.

Observa, pues, si puedes elegir. Practica elegir sentirte como quieres. Si sientes que estás reprimiendo, es mejor que seas honesto contigo y te permitas dejar fluir las emociones. Mas vas a ver que llegará un momento en el que tu realidad interior se transforma conforme decides vibrar más alto. Entonces llegan pensamientos densos o llegan el miedo y la tristeza y de repente te das cuenta de que puedes elegir vibrar más alto y esas emociones se transmutan en la calidez de tu corazón y en la paz y la tranquilidad que son tu estado natural.

Una vez que comiences a poder elegir, hazlo un hábito. Es algo que se fortalece con la práctica. Llegará un punto en el que siempre brillas, pues eso es lo que has elegido. Estáte abierto, sin embargo, a la posibilidad de que emociones profundas emerjan de vez en cuando. Cuando lleguen, si vez que es algo que necesita ser expresado, permítele fluir. No tengas una idea espiritual de cómo deberías ser que te dice «Yo ya no debería sentir eso». Simplemente observa si puedes elegir y, si puedes, elige lo que más te guste; si no puedes, ríndete al momento presente y dale la bienvenida a las emociones. Ambos caminos llevan a la luz.

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