La densidad del pensamiento

En una entrada anterior hablé sobre la importancia de observar nuestros pensamientos.

Quiero aclarar algo ahora. Observar nuestros pensamientos tiene varios niveles.

Por una parte, cuando observamos nuestros pensamientos observamos qué es lo que nuestra mente dice. Esto implica escuchar nuestra mente como si estuviéramos leyendo un libro o viendo una película: nos fijamos en las palabras, los temas, las ideas, o incluso las imágenes o sonidos que aparecen allí.

Por otra parte, para observar con mayor profundidad nuestros pensamientos debemos prestarle atención a nuestro cuerpo y a nuestra energía. Los pensamientos tienden a producir cambios en nuestras emociones y en la vibración de nuestra energía. Por tanto, al observar nuestras emociones y nuestra energía podemos hacernos conscientes de cuál es la vibración de nuestros pensamientos.

La densidad de nuestro campo energético y emocional nos habla de la densidad de nuestros pensamientos. Así, una de las mejores maneras de aprender a observar nuestros pensamientos es conectarnos profundamente con nuestro cuerpo, nuestra energía y nuestras emociones.

Si sientes las emociones y el cuerpo densos, esa es una señal de que tus pensamientos probablemente estarán vibrando en una frecuencia baja. En consecuencia, en esos momentos no es una buena idea creer lo que te dicen ni tratar de resolver las cosas usando la mente. Lo más seguro es que crees historias de miedo que harán aún más densas tus emociones y energía. Cuando te sientas así, simplemente toma consciencia de la energía en tu cuerpo. Sentir esa densidad y darle tu consciencia es una gran práctica espiritual.

Habitar en tu cuerpo plenamente cuando se siente incómodo y denso es difícil al comienzo, pero te ayudará a ir más allá de los trucos de tu mente, que son especialmente difíciles de ver cuando estamos con una frecuencia vibratoria baja. Tu consciencia permitirá que esa frecuencia se eleve y se transmute. La clave es estar plenamente presentes, sintiendo por completo nuestras emociones y nuestra enegía.

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