Había dos monjes que pertenecían a una orden muy estricta. Una de las reglas es que nunca debían tener contacto con una mujer.
Un día, mientras caminaban, encontraron en la orilla de un río a una mujer que lloraba. «¿Qué pasa?», le preguntó uno de ellos. «No puedo pasar al otro lado porque la corriente es muy fuerte, ¿podrían ayudarme?». El monje que había preguntado, sin pensarlo, alzó a la mujer en sus brazos y la ayudó a cruzar el río.
Después de esto los monjes prosiguieron su camino, pero el monje que no había ayudado a la mujer estaba perturbado. No podía dejar de pensar en que su compañero había roto sus votos y había incumplido sus juramentos. Finalmente, se detuvo, miró a los ojos a su amigo y le dijo: «No puedo creer que estés tan tranquilo, como si no hubieras hecho nada, a pesar de que sostuviste a esa mujer en tus brazos, sabiendo que nuestros maestros nos lo han prohibido». «Bueno», le respondió el otro, «la verdad es que yo hace varias horas solté a la mujer. Tú, en cambio, la sigues cargando».
El monje que estaba perturbado seguía repitiendo la imagen en su mente. Seguía aferrado al pasado. No podía estar completamente en el momento. Esto fue lo que le mostró su compañero.
Si observamos nuestra mente, veremos que gran parte del tiempo vivimos aferrados al pasado o nos proyectamos obsesivamente al futuro. Cuando esto sucede, nos perdemos este momento, que es lo más valioso que existe, porque es lo único que existe ahora.
El monje que no podía dejar de pensar en lo que había pasado estaba desconectado del momento. No podía apreciar lo que tenía a su alrededor. Para apreciar, primero debemos estar presentes.
Esta historia me gusta mucho. Y a veces la he contado cuando he enseñado el sistema de meditación que he estado promoviendo en algunas de las últimas entradas de mi blog: El Sistema Isha.
Este sistema se basa en unas frases de poder que la maestra Isha llama «facetas». Hoy les compartiré la primera de ellas, que está enfocada precisamente en conectarnos profundamente con este momento y apreciar lo que tenemos en nuestra vida justo ahora, aquí.
ALABANZA AL AMOR POR ESTE MOMENTO EN SU PERFECCIÓN.
Y llevaremos nuestra atención a la zona del medio del pecho: la zona del corazón.
Esta primera faceta nos ancla en el momento presente. Y sólo cuando estamos presentes, podemos apreciar. La palabra «alabanza», en este contexto, se refiere al acto de reconocer y apreciar profundamente la vida, cosa que sólo podemos hacer en el momento presente.
Estas frases se practican de manera muy sencilla, pero sus efectos son muy poderosos, y de eso puedo dar testimonio, tras haberlas usado por más de diez años.
Si quieres probarla, simplemente busca un lugar cómodo, cierra tus ojos (puede ser sentado o acostado), piensa la frase y lleva la atención a tu corazón.
No tienes por qué creer lo que la frase dice. No te tiene por qué gustar. No tienes que buscar un estado interior específico. A veces sentirás paz, otras veces vendrás muchos pensamientos o emociones. Todo esto es perfecto. La frase está funcionando y su vibración hará que eleves la tuya y vayas sanando y vayas dejando ir aquello que vibra en una frecuencia más baja.
Si quieres conocer más sobre esta práctica, puedes encontrar material en la página de Isha.
También te invito a que veas la película de Isha: ¿Por qué caminar si puedes volar?

Suscríbete a mi blog y recibe en tu correo cada una de mis reflexiones.
Me encanta ese cuento y justo acabo de subir un post sobre vivir en el aqui y el ahora. Sincronía 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Súper! Bendiciones!
Me gustaLe gusta a 1 persona