Varias veces he dejado pasar oportunidades por miedo. He rechazado trabajos y me he alejado de relaciones por miedo.
En el momento de tomar las decisiones, sin embargo, muchas veces no fui consciente de que mi miedo. Muchas veces tuve una justificación racional que parecía indicar que retirarme era lo correcto. Solo con el tiempo se ha vuelto claro que aceptar esas oportunidades habría sido lo mejor para mí, a pesar del miedo.
Es normal tener miedo ante situaciones nuevas. Es normal tener miedo cuando no podemos prever el resultado y no tenemos control. Lo importante es ser lo suficientemente conscientes para que no sea el miedo quien tome las decisiones.
Se requiere honestidad para mirar al miedo de frente; se requiere valentía para no tomar la decisión a partir de él.
Eso no quiere decir que debamos decir que sí a todo, como el protagonista la película Di que sí. Por supuesto, habrá momentos en los que lo más sensato es decir que no, declinar, alejarnos. La invitación es, simplemente, a tener la intención de decidir conectados con el corazón y no desde el miedo.
Cuando sientas que el miedo te dice «no», espera. Ve más profundo. Busca el silencio, date espacio. Si puedes, tómate un tiempo para decidir.
Nada nos desconecta de nuestro corazón tanto como el miedo, y nada disuelve tanto el miedo como conectarnos con nuestro corazón.
Y el miedo pierde su poder cuando nos volvemos intensamente conscientes de él, pues entonces observamos sus trucos y ya no los confundimos con la voz de la sensatez y la razón.
Está bien si tienes miedo. Simplemente obsérvalo, detente y no decidas todavía. Ve primero a tu corazón.
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