Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito.
Aristóteles
La excelencia no se refiere al resultado final, sino al proceso. No se trata de trasnochar para compensar el tiempo que hemos perdido procrastrinando y poder entregar así un producto bien hecho; se trata de dar lo mejor de nosotros en cada momento.
Y esto puede aplicarse a cualquier aspecto de nuestras vidas. De hecho, puede aplicarse a nuestra vida como tal.
Cuando se trata de un camino espiritual, al menos como yo lo concibo, no hay partes de la vida que sean más importantes que otras. Por tanto, adoptar una actitud de excelencia con respecto a nuestra vida espiritual implica ser excelentes en todo.
Ser excelentes en nuestro trabajo interior, en el cultivo de la presencia y de la conexión con nuestro corazón, implica ser excelentes en cada instante.
Podemos adoptar una actitud de excelencia, por ejemplo, mientras desayunamos, mientras masticamos y saboreamos la comida. Al bañarnos, al bajar las escaleras. Al manejar un vehículo. Al esperar a que cambie el semáforo o a que el atasco en el tráfico termine o a que llegue el bus o el tren que estamos esperando. ¿Cómo nos relacionamos con el momento presente en esas situaciones? ¿Cómo asumimos nuestras emociones?
¿Cómo afrontamos las emociones que surgen cuando alguien nos rechaza o cuando tenemos un altercado con nuestro jefe o con un empleado? ¿Cómo nos vamos a dormir, cómo son nuestros hábitos de sueño?
Cada pequeño instante, cada pequeño gesto es una oportunidad para practicar la excelencia. Podemos dar lo mejor de nosotros ahora, en el paso que tenemos justo en frente. Y el hábito de la excelencia, al igual que todos los hábitos, se cimenta en la repetición, en la constancia, en volver a decidir una y otra vez, hasta que empezamos a decidir de forma automática hacer las cosas lo mejor posible. Entonces toda nuestra vida será una obra de arte. Cada momento, cada conversación, cada interacción, cada acto de consumo, cada paso, cada pequeño gesto.

Suscríbete a mi blog y recibe en tu correo cada una de mis reflexiones.
Un comentario sobre “El hábito de la excelencia”