¿Y si dejas de pelear?

Hoy hablé con una amiga y al comienzo de nuestra conversación me sentí mal. Ella me hizo preguntas incómodas, dirigidas a cuestionar mis decisiones. Yo me cerré, empecé a defenderme, a justificarme y a contraatacar con otras preguntas.

De repente, en medio de la discusión, miré sus ojos y caí en cuenta de que en realidad quería ayudarme. Dejé de pelear y comencé a escuchar. Aunque no me gustaba lo que me decía, me abrí a la posibilidad de que ella tuviera razón. Abrí mi corazón.

Mágicamente la conversación cambió. Y sentí un alivio en ella, como si de forma inconsciente me dijera: «Gracias por dejarme ayudarte; lo estabas poniendo difícil, pero en realidad quiero ayudarte».

De repente, empecé a oír en sus palabras una sabiduría que no le conocía. Fue como si estuviera hablando con otra persona. Tal vez esa sabiduría siempre había estado allí, pero mis defensas no me dejaban percibirla.

No siempre encontraremos a un sabio si dejamos de pelear. Pero si siempre levantamos barreras cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, seguramente nos perderemos muchos regalos que el universo quiere darnos a través de quienes hablan con nosotros.

A veces lo único que necesitamos hacer para recibir los regalos que el universo tiene preparados para nosotros es dejar de pelear.

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