Háblanos del amor

Uno de mis poemas favoritos y que al mismo tiempo es una de las reflexiones más profundas que conozco sobre el amor se encuentra en el El Profeta, del poeta libanés Kahlil Gibran. Se trata del primer poema del libro, que se titula Háblanos del amor. Te invito a dejar entrar las palabras en tu corazón, sin importar si estás solo o en una relación:

Entonces dijo Almitra: Háblanos del amor.
Y Al-Mustafá alzó la cabeza y miró a la multitud,
y un silencio cayó sobre todos, y con fuerte voz, dijo él:
Cuando el amor os llame, seguidle,
aunque sus caminos sean escabrosos y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos a él,
aunque la espada oculta en su plumaje pueda heriros.
Y cuando os hable, creedle,
aunque su voz pueda despedazar vuestros sueños
como el viento del norte convierte el jardín en hojarasca.
Porque así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os agranda, también os poda.
Así como sube hasta vuestras copas y acaricia vuestras
más frágiles ramas que tiemblan al sol,
también descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá
en su arraigo en la tierra.
Como gavillas de maíz, os aprieta dentro de sí mismo.
Os apalea hasta dejaros desnudos.
Os trilla para liberaros de vuestra cáscara.
Os muele hasta dejaros blancos.
Os amasa hasta dejaros dóciles;
y luego, os destina a su fuego sagrado, y os transforma
en pan sacro para el banquete divino.
Todas estas cosas hará el amor por vosotros para que podáis
conocer los secretos de vuestro corazón,
y con este conocimiento lleguéis a ser
un fragmento del corazón de la vida.
Pero si en vuestro temor sólo buscáis la paz del amor
y el placer del amor,
entonces más vale que cubráis vuestra desnudez
y salgáis de las trillas del amor,
para que entréis en un mundo carente de estaciones,
donde reiréis, pero no todas vuestras risas,
y lloraréis, pero no todas vuestras lágrimas.

***

El amor solo da de sí mismo y nada recibe sino de sí mismo.
El amor no posee y no se deja poseer.
Porque el amor se basta a sí mismo.
Cuando améis, no debéis decir "Dios está en mi corazón",
sino "estoy en el corazón de Dios".
Y no penséis que podréis dirigir el curso del amor,
porque el amor, si os haya dignos,
dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de alcanzar su plenitud.
Pero si amáis y habéis de tener deseos, que estos sean así:
De diluiros en el amor y ser como un arroyo que canta
su melodía a la noche.
De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.
De ser herido por la comprensión que tienes del amor;
y de sangrar de buena gana y alegremente.
De despertarse al alba con un corazón alado y
dar gracias por otra jornada de amor;
de descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis del amor;
de volver a casa al crepúsculo con gratitud,
y luego dormirse con una plegaria en el corazón por
el bienamado, y con un canto de alabanza en los labios.
 

Tomé la traducción del libro de Osho que lleva el mismo nombre del poema y de esta entrada en el blog.

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