Muchas enseñanzas espirituales recomiendan alejarse de los estímulos externos con el fin de reconcocer la plenitud adentro. Ese es un camino. Sin embargo, no es el único, y no siempre es recomendable.
A veces, con la excusa de seguir un camino espiritual, nos escondemos de la vida.
Si le has dicho «sí» plenamente a la vida, si te has permitido experimentarla por completo, siempre siendo honesto contigo sobre lo que pide tu corazón, entonces cuando la vida te invite a recluirte en un monasterio será algo genuino y será tu siguiente paso en tu camino interior.
Pero, si en cambio te has negado a perseguir tus sueños por miedo a fracasar y te has alejado de las relaciones por temor a ser herido, recluirte en el monasterio no será más que un truco para esconder tus inseguridades bajo un disfraz espiritual.
Recluirse en un monasterio es una metáfora aquí, aunque para algunos pueda ser literal. El monasterio puede ser quedarte quieto, no atreverte a hacer lo que quieres en cualquier nivel.
Para algunos, el camino es reconocer que su plenitud está adentro, siempre radiante, aunque afuera de ellos parezca haber desolación y carencia. Para otros, la tarea es reconocer que la fuente de su plenitud está adentro de ellos, a pesar de que afuera puedan tener todo lo que han soñado.
Despertar en medio de una pesadilla puede ser un reto tan grande como despertar en medio de un sueño feliz.
Para cada uno el camino es diferente. Para algunos, la renuncia será el camino hacia adentro. Para otros, será un truco con el que evitan la vida y, así, se evitan a sí mismos sin darse cuenta, mientras creen que están yendo adentro pero en realidad solo buscan una protección del miedo.
No siempre es fácil saber de dónde viene el deseo de renunciar. El ego es muy astuto, y si está vestido de espiritualidad, puede ser aún más difícil reconocer sus trucos. La honestidad al mirar adentro es clave.

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