Si tuvieras la verdad, ¿por qué sentirías la necesidad de que los demás te dieran la razón? ¿Para qué convencerlos?
No estoy hablando de no compartir. Compartir lo que piensas es maravilloso. Pero, si tus ideas encuentran resistencia, ¿por qué forzarlas, por qué pelear, por qué defenderlas?
La mente es hábil, y puede encontrar respuestas inteligentes a estas preguntas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, creo que la razón por la que sentimos la necesidad de defender nuestras creencias es esta: nuestro ego está identificado con lo que creemos y, por tanto, para defender su identidad, debe defender esas creencias.
¿De verdad crees que el mundo sería mejor si todos tuvieran tus mismas creencias y crees que, en consecuencia, para buscar un mundo mejor tienes que obligar a todos a darse cuenta de que tienes la razón? Tal vez esa idea es solo un truco del ego para garantizar su supervivencia.
Permitir que los demás estén seguros y no tengan dudas de que estás equivocado es un gran ejercicio espiritual. Además, siendo honestos, puede que algunos de ellos tengan razón y tú no.
Esta es una invitación a que sientas la necesidad de pelear y la observes. Mira el malestar que surge cuando otro no tiene dudas con respecto a que tú estás equivocado. Observa con atención, especialmente, en aquellos temas que son sensibles para ti y tienden a definir tu identidad. Cuando dejes de pelear extenamente, notarás que tu mente sigue creando discusiones imaginarias en las que gana, para sí reafirmar ilusoriamente la ilusión de que tiene la razón. Al menos así me pasa a mí.
Más valioso que cualquier discusión que puedas ganar es lo que aprenderás de ti cuando pares de defenderte y mires de frente el miedo a perder, el miedo a no estar en lo cierto, el miedo a no ser reconocido, el miedo a que tu castillo de ideas se resquebraje y se venga abajo. Tal vez, solo tal vez, cuando le permitas resquebrajarte encontrarás en lo profundo de los escombros un tesoro cuya realidad nunca sentirás la necesidad de defender ni demostrar. Si lo encuentras, será totalmente irrelevante para ti si los demás piensan que lo has encontrado.
Si tienes necesidad de defender algo, tal vez estás defendiendo una ilusión con la que tu ego está identificado. Tal vez.

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