Todos tenemos días en los que nos sentimos radiantes. Todos tenemos días en los que dudamos de nosotros. Hay días en los que nos acostamos a dormir orgullosos y plenos. Hay días en los que nos vamos a la cama cansados y preocupados.
Qué bueno es ser conscientes de las estaciones. Cuando llegan días difíciles, los observamos, somos pacientes. Es parte de estar vivos. Es parte de nuestra experiencia en nuestro nivel actual de consciencia. Cuando llegan los días soleados, los disfrutamos sin apegarnos a la experiencia. Sabemos que, como todas las experiencias, también pasarán.
Y gracias a las estaciones de la vida porque por ellas nos volvemos empáticos y amorosos. Sabemos que, cada día, hay amigos y hermanos que están en medio de una lucha interna. Y podemos entenderlos y enviarles nuestro amor porque hemos estado allí.
Y cuando no nos sentimos tan bien, sabemos que hay alguien que justo ese día está teniendo el mejor día de su vida. Tal vez alguien se está ilumimando justo ahora. Y podemos alegrarnos por su bendición. Sabemos que es posible para nosotros. Y sabemos también que su gracia es la nuestra, pues en el fondo no estamos separados.
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