Deja ir las costumbres obsoletas

Trabajo como corrector de estilo y estoy revisando un libro de Edgar Payares, un amigo muy querido. Me encontré allí con una historia que me encantó:

Una niña vio a su mamá que cortaba la cabeza de un pescado y luego le cortaba la cola, y lo metía dentro de un sartén con aceite caliente para freírlo. La niña le preguntó a su mamá para qué cortaba esas dos partes. Su madre lo pensó un momento y le dijo: “No lo sé, así me lo enseñó tu abuela, ve y pregúntale a ella por qué lo hacía así y luego me dices”. La niña fue entonces con la abuela y le preguntó el motivo de tal acción y la abuela se quedó viéndola y le dijo: “No lo sé, así vi que lo hacía mi mamá y así lo aprendí, pero ve a preguntarle a ella por qué”. La niña fue entonces con su bisabuela y le hizo la misma pregunta. La bisabuela se quedó viéndola y le dijo: “No sé por qué tu abuelita y tu mamá lo hacen, pero yo lo hacía porque tenía un sartén muy pequeño y no cabía completo el pescado, por eso tenía que cortarle la cabeza y la cola”.

Otro ejemplo fascinante tiene que ver con un experimento realizado con monos. Creo que es un experimento cruel, pero deja una enseñanza muy valiosa. Se encerró a varios monos en una jaula y en un recipiente sobre una escalera se pusieron bananos. La escalera estaba electrificada, de manera que al tratar de tomar los bananos, los monos recibían una descarga eléctrica. En consecuencia, los monos aprendieron que no podían tomar esos bananos. Lo interesante del experimento es que fueron sacando de la jaula a los monos iniciales y fueron ingresando monos nuevos. Los monos nuevos aprendieron que no podían subir por la escalera, porque cuando se acercaban, los monos antiguos les gritaban y los alejaban. Después de un tiempo, se quitó la electricidad de la escalera, pero como los monos ya habían aprendido de la experiencia inicial, no volvieron a tratar de comer los bananos. Con el tiempo, no quedó ninguno de los monos originales, y, a pesar de que la escalera ya no tenía electricidad, ninguno de los monos nuevos trataba de comer las bananas y todos les enseñaban a los que iban ingresando que no debían acercarse a la escalera.

Hay muchas creencias y costumbres que cargamos sin saber por qué. Y algunas de ellas nos limitan. Tal vez en un comienzo fueron útiles para nuestros antepasados o para nosotros mismos. Ahora, sin embargo, vale la pena preguntar por qué lo estamos haciendo así. Tal vez las cosas hayan cambiado y esas creencias y comportamientos se hayan vuelto obsoletos. Tal vez no tenemos por qué perder tiempo cortándo la cabeza y la cola del pescado (es solo un ejemplo, soy vegetariano).

Suscríbete a mi blog y recibe en tu correo una reflexión para cada día.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s