Una de los ejercicios más empoderantes que hay es asumir responsabilidad.
Al asumir responsabilidad, reconocemos que tenemos el poder de crear, y que depende de nosotros como usarlo.
Esto es diferente de la culpa. La culpa implica un juicio frente a lo que sucede, lo califica como malo y exige un castigo. Cuando nos sentimos culpables no asumimos responsabilidad. La responsabilidad no empodera, mientras que la culpa nos echa para abajo.
En el sistema de meditación que practico, creado por la maestra Isha Judd, usamos una frase muy poderosa que me encanta:
Om responsabilidad, yo soy eso.
Esta frase nos invita a reconocer que no estamos separados de lo que sucede, incluso aquellas cosas que juzgamos o que creemos que surgieron sin nuestra participación.
Detrás de esta frase está la idea de la unidad. Si en el fondo somos Uno y no estamos separados, esto implica que estamos creando la realidad juntos y, por tanto, en cierto sentido, todo es nuestra creación.
Tal vez te preguntes de qué sirve creer que soy responsable de algo que no puedo cambiar… pero la verdad es que podemos cambiar todo. Para empezar, podemos cambiar nuestra percepción de lo que sucede, y esto ya transforma toda nuestra experiencia y nuestro entorno. Además, cambia la forma como reaccionamos y respondemos frente a lo que sucede, y este cambio en nuestras acciones tiene efectos a nuestro alrededor.
O tal vez pienses que hay eventos de los que claramente hay personas que no son responsables. ¿Acaso el niño que nace en medio de la pobreza y de una familia abusiva es responsable de eso? Al respecto tengo dos respuestas.
La primera que que sí, desde mi punto de vista, todos somos responsables de todo. Creo que cada ser que está en esta realidad ha elegido encarnar acá como parte de su proceso de evolución, así en este momento no tenga conciencia de eso. Desde el punto de vista de la reencarnación, tal como lo entiendo, nadie experimenta nada sin haberlo elegido y absolutamente todos somos maestros creadores, desde el niño hasta la hormiga, gasta el árbol, hasta la piedra. Pero y si alguien no tiene esas creencias metafísicas ¿entonces cómo ver el tema de la responsabilidad absoluta?
Aquí viene mi segunda respuesta: el tema de la responsabilidad absoluta puede verse como un juego. Un juego que tiene el beneficio de empoderar profundamente y no tiene efectos secundarios negativos, a menos que la responsabilidad se confunda con la culpa o con el orgullo y autoengrandecimiento.
Estoy acabando de leer un libro que se llama El arte de lo posible, de Rosamund Stone y Benjamin Zander. Uno de los capítulos está dedicado al ejercicio de asumir responsabilidad, y allí se pone un ejemplo que me parece iluminador: supongamos que vas manejando con todas las precauciones y, sin embargo, un conductor embriagado te estrella por detrás. ¿Eres responsable de eso? La respuesta es que es tu elección como verlo. Puedes empoderarte y aprender de la experiencia, y asumir que haz creado esa realidad, o puedes convertirte en una víctima, lo cual tiene el costo de entregar tu poder. Por una parte, puedes reconocer que al manejar asumes riesgos, y, por lo tanto, eres responsable en caso de que uno de estos riesgos se materialice. Cada vez que decido manejar estoy asumiendo un riesgo. Es mi responsabilidad. Sé que existen conductores ebrios, sé que es posible que si me subo a un avión se caiga, pero aun así decido tener la experiencia. Desde el punto de vista de la reencarnación: sé que encarnar en un ser humano tiene riesgos… especialmente si elijo un planeta como la Tierra.
Pero, por otro lado, no importa si no crees realmente que es tu responsabilidad. Puedes probar, como un juego, asumir que eres responsable y responder desde ese lugar en el que decides que haz participado en la creación de la experiencia y por tanto tienes el poder de transformarla.

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Excelente aporte, mil gracias.
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