Exigir o apreciar

Hay paz cuando dejamos de exigirle cosas a la vida. Cuando nos abrimos a recibir.

Si tienes una idea fija de cómo debe ser la realidad para ser feliz, no te darás cuenta de todos los regalos que la vida te da todo el tiempo. No los verás porque estás esperando otra cosa.

Cuando exiges no te puedes relajar. Estás pendiente todo el tiempo de revisar si estás recibiendo exactamente lo que exigiste. Es un estado en el que te enfocas en las imperfecciones, en lo que falta.

Cuando no estás relajado, no puedes oír la voz de tu corazón. Y esa voz no exige nada de la vida, pues está en unidad con la vida.

Cuando estás conectado con el corazón, tu vida, exactamente como es ahora, se convierte en el más preciado e increíble de los regalos. Desde el punto de vista del ego esto es absurdo, pues tiene una lista de cosas que demuestran que este momento es inaceptable. Tiene argumentos y pruebas.

Exigir o apreciar, controlar o fluir, el goce o el estrés, esa es la elección.

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